¿Es posible que esto sea toda
la historia, solo un día?
Te cobran por la fuerza, los arriendos
vencidos de la tierra…
Tu amante,
se sacude las manos: asunto concluido.
Enrique Adoum
En lo que va del año las calles de Quito y de nuestro Ecuador en general han sido sede de fuerzas oscuras. Por ejemplo, el primer fin de semana del 2024, mientras iba en un autobús, subieron más de siete adolescentes negros con una actitud extraña y escandalosa, de pronto miré cómo uno de ellos traía en su mano un cuchillo enorme y empuñándolo sonriente, con desfachatez, se sentó junto a mí.
Estuve justo unos días antes en un mercado alrededor del mediodía. Por uno de los pasillos pasó corriendo un chico y tras de él otro más a toda velocidad que, dio de pronto un salto, para apuñalar al primero por la espalda. Como escuché tantas veces desde que llegué a Ecuador: “muerto por mil. muerto por mil quinientos”, ahora lo veo frente a mí y lo vivo día a día, pero no lo acepto. Me dueles Ecuador.
Por poner un par de ejemplos más, el Barrio de Solanda al sur de la ciudad, está hundiéndose. Hay más de trecientas familias afectadas y es debido al “Metro” que, después de años de retraso, se inauguró por fin este año drenando mantos acuíferos y afectando a las viviendas con las excavadoras. En muchas casas el daño es estructural y muy grave, pero su gente no tiene a dónde ir y aprende resignada entonces a sobrevivir.
En Barrios del norte, en cambio, se han tenido inundaciones motivo no sólo de las intensas lluvias sino de un servicio de alcantarillado y recolección de basura en pésimo estado. Se rinden cada vez más personas, soñando con ser extranjeras, o desertando. Hasta algunos postes de luz también se han dado por vencidos con toda una maraña de cables que les doblegan como cadenas.
El resultado general es el mismo, la casas en las que han crecido las últimas generaciones muestran un deterioro de alto riesgo en sus más profundos cimientos, aunque la fachada en apariencia esté perfecta. Y no estamos hablando sólo de cosas físicas, porque ese daño llega también al interior en cada uno de sus habitantes, la ciudad es un espejo de su sociedad. Y hay impunidad, infidelidad, deshonestidad e incumplimiento de deudas, ante los ojos de todos que miran y susurran en el barrio mientras ven pasar a los nuevos protagonistas de esas historias eternas, cadenas generacionales que no se desean romper.
Y si bien es cierto que fue un fin de año muy escandaloso puesto que la gente hacía cosas como la “quema de los viejos”, “vestirse de viuda” o “alocarse con ellas”, otra es la raíz; estas prácticas en el fondo se convierten en una suerte de “rituales” que el común de la gente no alcanza a entender, pero tienen sus claros efectos. Se han normalizado y favorecido pues esos momentos de desorden público y para ello las máscaras son un instrumento idóneo, no se diga para el carnaval próximo a celebrarse. Porque se deja entonces de ser personas para convertirse en energías, en síntomas. A veces la sonrisa y el gozo pueden ser la actitud más triste ante una situación de condena espiritual irremediable, por querer encontrar la felicidad. Persona significa máscara es después de todo.
*
Mi celular –nuevamente- no quiere funcionar bien, me dice que la fecha y la hora son incorrectas, pero sucede que, en esta ocasión sí son correctas. No sé qué pasa. Este tipo de situaciones inexplicables con celulares y relojes me suceden cada vez más a menudo desde que murió mi mejor amigo hace ya algunos años. Así que, una de estas noches, francamente agobiado por recientes eventos trágicos -incluyendo la reciente muerte de un familiar muy cercano- caminaba por las calles y pasó algo un poco difícil de explicar con palabras. Tuve la ocasión de encontrarme con el Diablo. Durante un tiempo que no puedo aclarar tuvimos una conversación muy cercana, en la Lleca.
Ecuador tiene en la tradición al Diablo como una figura predominante. Se cuenta que fue él quien construyó la iglesia de San Francisco en 1535 y fue hacia allá dónde se dirigió recientemente un “una procesión” inmensa con representantes de todos los mercados de la ciudad, muchos de ellos disfrazados de diablos. Cerca de Quito en la ciudad de Pillaro, ubicada casi al centro exacto de Ecuador, durante enero se festeja “la Diablada”, con máscaras y bailes impresionantes. También existen en Ecuador figuras como los Humas que también son llamados “diablos” y representan una forma de resistencia que se terminó amalgamando con la fe católica.
Todo eso da algunas pistas sobre la disposición espiritual y cultural endémica sobre la que se construye la moral ecuatoriana. Algo que ya es bastante clarificador sobre por qué nuestro país está así. Por ello también para mí no fue tan extraño después de todo encontrarme con él, aunque fue durante la conversación que se fue revelando quién era en realidad. Por ejemplo, me dio diversas explicaciones que tenían sentido sobre cualquier cosa que hablábamos, algunas cosas de las cuales no podía saber. Fue así que de pronto, dijo algo que me heló el corazón, pues me dijo que lo que estaba buscando se llamaba “justicia”. Cuando le pregunté ¿sobre qué? Me dijo, podrías decirle inclusive a cada uno de tus pacientes qué fue lo que pasó, tienes sus números. Nunca te hablé de eso -le encaré. Pero podrías hacer lo que quieras, tú también… Espera ¿de qué estás hablando?
*
Era ya de madrugada y sentí como un golpe. Caminé buscando un taxi para volver, llegué a casa adolorido, pero las calles estaban vacías. Estaba completamente sólo. Tenía una sensación de pensamiento confuso y percepción de colores casi eléctricos, neón. Pude llegar, me recosté, pero después de una hora el dolor se concentró en el abdomen y en el sexo. Fantasías. El tiempo comenzó a volverse como una sensación física, una temperatura que se iba escapando dejándome cada vez más frío. Sufría, por instantes aparecían personas ante mí. Uno de ellos fue mi amigo, se veía más joven, creí francamente que estaba próximo a morir y que, por eso, había venido a recibirme.
Comenzó a amanecer, las aves cantaban algo que sonaba muy diferente a sus usuales silbidos matinales. Estaban algunas en el jardín y me miraban, su canto me hacía sentir que no estaría tan lejos después de morir yo tampoco. Me resigné y me despedí de quienes pude con una oración. Encerré la poesía en una jaula de cristal para llevarla conmigo. Preparé café, e inciensos, estaba sólo. No imaginé que morir fuera eso, pero el cielo se veía hermoso y el día se asomaba lentamente.
- No se haga mi voluntad, sino la de mi Padre -pedí desde mi corazón-. Era un engaño lo que me ofreció, ahora sé quién era en realidad.
Ernesto Zavala
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