Que no le digan…
Este domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador ofrecerá su sexto y último informe de gobierno en un Zócalo de la Ciudad de México que seguramente estará completamente desbordado.
Durante su campaña política del 2018, hizo un compromiso: “llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública del país”, sin violencia y de manera pacífica, anteponiendo el bienestar del pueblo. Lo logró.
El historiador Lorenzo Meyer, ha señalado que la Cuarta Transformación de la que habla López Obrador “es más bien un cambio de régimen, no un cambio de gobierno que tuvo como propósito, que los poderes legislativo y judicial, alcanzaran una verdadera independencia, pero al mismo tiempo, combatir la corrupción, la impunidad y la prepotencia.
Es muy difícil hacer un balance en un par de cuartillas de lo que significó el gobierno de un personaje que alcanzó un poder inusitado, pero a diferencia de otros presidentes que llegaron a tener un gran dominio que les fue dado desde los poderes económicos y políticos, de los poderes fácticos, pues, a Andrés Manuel le vino de más de 30 millones de mexicanos que votaron por él en el 2018.
Sin lugar a duda, López Obrador va a pasar a ser “una de las figuras públicas más relevantes en la historia reciente del país”, han considerado sus seguidores, pero también varios de sus detractores que no le regatean, por fortuna, esa trascendencia, pero no sólo en la historia reciente. Su alcance va a ir más allá de políticos como Plutarco Elías Calles; incluso, hay quienes creemos, del mismísimo general Lázaro Cárdenas del Río.
Entre sus opositores conservadores hay desde quien nunca lo quiso, otros lo odian, alguno pocos lo reconocen como un “genio”, pero terceros hablan de él como “destructor”. Sí, sí lo fue de un sistema de gobierno que favoreció la práctica del deporte de la corrupción y despreció a la población.
La obra que realizó ha sido una acción transformadora inconveniente para la derecha de este país, porque no fueron beneficiados de ello. Por eso no lo pueden ver.
Como nadie, Andrés Manuel ha sido un presidente conocedor de la historia de nuestro país, pero también un versado de la política. Echó abajo el proyecto neoliberal de la derecha, al tiempo que derrotó al PRI y al PAN. Los exhibió tal cual son, lo que permitió llevarlos a su mínima expresión electoral.
Es un ávido lector como pocos. Tiene entre sus libros favoritos a “Fouché El Genio Tenebroso” de Stefan Zweig y, claro, “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo, amén de ser un lector y perfecto descifrador de Juárez y Madero, entre muchos otros.
Elisur Arteaga Nava escribió en Proceso sobre él: “AMLO es un ente político. Lo es en un ciento por ciento. No más. Vive para hacer política: dominar, ejercer el poder, mandar y ser obedecido, hacerse temer sin retirar la mano de ´amistad´; es paciente: sabe jugar, no tiene prisa. Los fracasos le enseñaron a esperar; en la espera llegó a conocer a sus adversarios y, sobre todo, a sus aliados y “amigos”. https://www.proceso.com.mx/autor/elisur-artega-nava.html
Esta es una visión de muchas que se tiene del presidente. Otros lo descalifican hasta el insulto sin reconocerle nada, absolutamente nada. Esto a él lo tiene sin cuidado.
Desde luego que va a trascender y supo cómo hacerlo, y en favor de quién: “Por el Bien de Todos, Primero los Pobres”. No va a ser un presidente más de México. Va a ser un verdadero referente. Se le recordará como: “mi cabecita de algodón. ¿Despreciado? Sí, seguramente lo será por un sector muy identificado, muy reducido: la derecha política, empresarial y social.
Su obra es el resultado de su historia personal y de su sensibilidad social que le permitieron construir en estos seis años los principios políticos, económicos y sociales de lo que fue la columna vertical de su proyecto de gobierno, el de la Cuarta Transformación.
La “mañanera” fue su “gran invento” que ya lo había ensayado cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México. “El gran acierto político más importante de López Obrador” coinciden muchos periodistas como Ernesto Ledesma de “Rompe Viento TV”.
Ledesma quien asistió en varias ocasiones a la “mañanera”; no lo hizo para endulzarle el oído, como lo hacían muchos reporteros, sino para cuestionarlo de manera profesional y hacerle ver sus diferencias al tabasqueño. Ha dicho que las conferencias de prensa “sirvieron para que una parte importante de la población se politizara”, lo que López Obrador llamó la “Revolución de las Conciencias”, Fue “un fenómeno que trascendió las fronteras, un comunicador, un fenómeno irrepetible”, ha considerado, el también periodista Ricardo Raphael, quien no ha sido para nada su aplaudidor.
Andrea Fernanda Nenetzin Turri Domínguez hizo un estudio sobre las “mañaneras” en la revista electrónica: “Argumentos Estudios Críticos de la Sociedad”, editada por la UAM Xochimilco: fue una “herramienta para la democratización del ecosistema mediático y el empoderamiento social”, cuya dinámica comunicativa, “ha desplazado a los medios de comunicación masiva de su papel tradicional”. file:///D:/Users/mario.medinam/Downloads/argumentos_99_web-55-74.pdf
Efectivamente, las “mañaneras” permitieron a la población alcanzar un “empoderamiento social” y la “potencialización de la democracia”, ya que “al existir una ciudadanía informada, competente, instruida, debidamente preparada para la toma de decisiones colectivas y el control de los gobernantes”, se tiene como resultado, explica Nenetzin, una “democratización de la comunicación efectiva”.
Los medios de comunicación corporativos tradicionales, en su mayoría no entendieron este fenómeno del por qué perdieron un porcentaje importante de sus audiencias, de sus lectores. Le hicieron la guerra a “El Peje”; una ofensiva que viene desde que fue dos veces candidato al gobierno de Tabasco. Andrés Manuel se las cobró con el poder que le dio ser el presidente. Los medios, algunos, no entendieron el por qué perdieron credibilidad y prestigio que suponían tener.
De una u otra manera, seis años después, estoy convencido, México y los mexicanos experimentamos una transformación. No estoy cierto a qué grado, pero una transformación que habrá de consolidarse en el gobierno de Claudia Sheinbaum que ha prometido un “segundo piso” para la consolidación de 4T.
En estos seis maños de gobierno de López Obrador, “los poderes y sus personajes” cambiaron, aunque se resisten y buscan regresar al pasado; seguirán haciendo hasta lo imposible para volver a los privilegios que desde el poder obtuvieron.
Para bien, México y los mexicanos fuimos testigos de una necesaria transformación. Sin embargo, habrá que preguntarnos, si transitamos a la izquierda, desde luego no lo hicimos a la izquierda marxista a la que la derecha le teme por ignorancia.
Retomando a Lorenzo Meyer, López Obrador, “al margen del juicio que cada quien haga sobre la naturaleza del largo e improbable, por accidentado, camino que debió recorrer (…), es claro que la trayectoria del singular político tabasqueño es realmente excepcional y que, finalmente, logró lo que buscó: empujar hacia la izquierda el desarrollo democrático del sistema político mexicano y, en el proceso, dejar una profunda huella personal.
Que no le cuenten…
Al final del camino, la gente votó porque continúe su proyecto de gobierno y cuando entregue la banda presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo en un mes después, podrá exclamar a los cuatro vientos: ¡misión cumplida!