Como repuesta, o mejor dicho como crítica a mi colaboración “setentera” de la semana pasada, “El rumor como estrategia golpista”, un ex compañero de la universidad, comentó: “Me parece que el periodismo conspiracionista, lo mismo que la bibliografía setentera ya están muy rebasados por las nuevas formas de manipulación practicadas desde los propios gobiernos”.
Enseguida expresó: “Uno entiende que para los amlovers todo es conspirativo, menos las fake que se propagan desde palacio, esas en su extraña lógica, han de ser fake patrióticas, como justificaba el PRI los fraudes que cometía. No es casual: son lo mismo porque son los mismos, como reza la conseja popular”.
Interesante su punto de vista, pero igual, debatible. Dice que el “periodismo conspiracionista ya está muy rebasado”. Tal vez su problema es que estudió la carrera pero no la ejerció. Hasta donde sé no se dedicó al trabajo reporteril. Pero tiene todo el derecho a disentir de lo que aquí escribo. Y agradezco sus puntos de vista. Algo aporta.
En el año 1950, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, durante la Guerra Fría, concibió un proyecto que bautizó: “Operación Sinsonte”. Uno de sus objetivos era infiltrar a la prensa estadunidense y a la de otros países para descalificar al comunismo soviético y a sus líderes.
El Sinsonte es un ave que habita al sur de EU y al norte de México. Los ornitólogos dicen que es parecido al Mirlo que engaña a otras aves. Hoy muchos analistas y especialistas conocedores de los propósitos de “Operación Sinsonte” están convencidos que aquella acción se sigue practicando hoy en día.
Como ya señalaba arriba, desde las oficinas de la CIA se redactaban textos que se entregaban a periodistas de diferentes medios “prestigiados” como The Washington Post, Newsweek, New York Times, la cadena de televisión CBS con información “exclusiva”, relevante; el periodista tenía el “privilegio” de firmar la nota con su nombre, lo que les daba prestigio. Aquellos periodistas estaban en la nómina de la CIA.
Dos años después de la creación de la operación, más de 25 empresas periodísticas, televisoras, estaciones formaban parte del propósito; recibían recursos económicos probablemente del Plan Marshall, diseñado para reconstruir a países de Europa devastados por la segunda guerra mundial.
A este periodo se conoce como una “cacería de brujas” en contra de comunistas en EU; tenía como un objetivo paralelo descalificar a aquellos que afuera del país de las barras y las estrellas simpatizaran con la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), o contra quienes tuvieran perfiles de izquierda. Fue el caso de Guatemala en 1954, donde ese operativo fue importante para el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz.
“La llamada Operación Sinsonte estuvo llena de conflictos internos, pero logró una penetración sorprendente en el periodismo norteamericano. Su principal logro fue ocultar a los ojos de los estadounidenses innumerables eventos mundiales que estaban sucediendo en aquel entonces”.
“Operation Mockingbird”, su nombre en inglés, no sólo tenía el objetivo de influir de manera masiva a través de “líderes de opinión”, también por medio del cine de Hollywood, un “cine de masas de baja calidad que busca influir en la psique de las personas a través de la imagen y el sonido”, incluso a través de programas de televisión como la serie “Combate” que se trasmitía en muchas partes del mundo, por ejemplo en México, donde los “buenos” era el ejército estadunidense y los “malos”, los alemanes. Era propaganda pura: “un adoctrinamiento sin que las masas lo percibieran”.
La CIA era una pandilla de cancerberos que se dedicaban a deslegitimar a todos aquellos que fueran obstáculo al modelo capitalista estadunidense y de sus aliados. Atacaban a los movimientos sociales dentro y fuera de los EU. Había sí, una “disidencia controlada que se mostraba plural”, pero que en el fondo justificaba el papel de EU como líder mundial.
La prensa americana buscaba mostrarse como un conjunto de voces, en ocasiones contradictoria entre sí, pero que aparentaba ser una verdadera prensa libre, desinteresada; generaba falsos debates, una aparente disidencia defensora de la libertad de prensa, de expresión, que reclamaba el derecho a la información.
La “Operación Sinsonte” no concluyó para esos años. Siguió activa contra Cuba, contra revoluciones como la que encabezó el Ayatola Iraní Ruhollah Jomeini, Sukarno, el político nacionalista y revolucionario indonesio quien logró la independencia de su país o Yasser Arafat, líder nacionalista palestino, presidente de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) que nunca se doblegó frente al Estado israelí ni a los EU.
Funcionó para derrocar al Presidente de Chile, Salvador Allende. La CIA entregó un millón y medio de dólares para el diario chileno El Mercurio que se dedicó a propagar campañas contra el presidente de filiación socialista.
La misma suerte corrió Maurice Bishop, quien encabezó una gran revolución en su pequeño país, Granada. Su simpatía por el modelo socialista lo condenó a que EU declarada a la isla como una colonia soviético-cubana. Maurice fue derrocado en octubre de 1983, después de una campaña de desprestigio orquestada por la CIA.
“Sinsonte se dedicó a silenciar a periodistas antisionistas, condenándolos al ostracismo, y promocionando las mentiras redactadas por periodistas israelíes o que están a favor del Estado de Israel en todo el mundo”. Por ejemplo generaban campañas de desprestigio contra los palestinos.
La misma maniobra se repitió los años subsiguientes. Las mismas campañas de desinformación, de manipulación, de ocultamiento de información durante las guerras en Vietnam, en Laos y Camboya; lo mismo hoy en Bolivia, Perú, Uruguay, Brasil y recientemente en Colombia por el ascenso de Gustavo Petro; claro, en alianza con la derecha nativa de estos países.
El 17 de febrero pasado en EL Universal, con el seudónimo: “Arlequín”, se publicó una columna en tono de burla: “Los pensadores de la 4T lo descubrieron y resolvieron el acertijo. ¡Agárrese estimado lector!: Hay un movimiento patrocinado por Estados Unidos para dar un “golpe blando” al presidente López Obrador.
“Seguramente ahora usted se explica todo. La CIA está detrás de todo lo malo que le ha pasado a esta administración, y su objetivo es acabar con el supremo gobierno y con la Cuarta Transformación”.
Siendo un poco “conspiracionista”, me preguntó, ¿no será que Arlequín cobra en la nómina de la CIA? No sé, ¿será que mi ex compañero de la carrera de periodismo en la UNAM es el autor del texto y firma como “Arlequín”? No creo, pero bueno.
Parafraseando a mi ex compañero, reflexiono (no dudo que me califique de paranoico); la CIA, la derecha americana, la derecha mexicana, “no es casual: son lo mismo porque son los mismos”; algo o mucho se parece lo que hemos vivido aquí en los cuatro años de gobierno de la 4T con aquella “Operación Sinsonte”.
Aunque estoy pensando que lo de “Operación Berlín” fue “invento conspirativo de los amlovers”. Chance y sí o, ¿fue un sueño?
Que no le cuesten…
¿Y qué se ganó con la revelación de Layda Sansores en su martes del Jaguar?
Cuando todo mundo suponía que la gobernadora campechana le iba a tirar una “bomba atómica” a Ricardo Monreal para acabarlo de un solo tiro, le echo una “chinampina”, si acaso un “buscapiés” para exhibir lo que pactó con Alejandro Moreno contra la candidata del PRI en Zacatecas, Claudia Edith Anaya en favor de su hermano David, quien hoy gobierna Zacatecas.
La captura de pantalla que mostró Layda es poca cosa para lo que se esperaba; eso sí, divide y abre un hoyo negro que quién sabe qué pueda ocurrir allí en el fondo guinda.
Para qué el pleito, si Monreal sabe y todo mundo sabemos que las encuestas no le favorecen para ser el candidato presidencial de la 4T para el 2024. Sus alianzas con el señor X y sus quereres naranjas ya lo habían divorciado de Morena.