Recuerdo de niño que era muy común que nuestros padres cuando veían que nos tocábamos los órganos genitales, nos gritaban, nos reprendían: “¡Niño (Niña), allí no se toca!; ¡déjese ahí!, nos prohibían. Esa orden tenía que ver con los tabúes, con los mitos, con las visiones conservadoras, religiosas. Era “malo” que descubriéramos nuestra sexualidad, que supiéramos algo más allá.
Alguien me podría decir “te pasas” al poner como parangón aquella “prohibición” de tocarnos con la campaña de quienes se dicen ser defensores de la “democracia”, de su democracia.
Quienes organizan esta campaña están pidiendo a los ciudadanos colocar en sus casas mantas con la leyenda “Yo defiendo al INE”, “Nuestra democracia NO se negocia”, “En defensa de la democracia y del INE”; en las redes sociales se pide replicar: “#ElINENOSETOCA”.
Han convocado a un paro nacional el 13 de noviembre, a una marcha nacional en defensa del INE en contra de la iniciativa del presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien ha planteado una reforma, NUNCA ha dicho que su proyecto busca sustituir al instituto electoral como pretenden hacernos creer los promotores del paro nacional.
Hablan de que el proyecto presidencial busca terminar con la “autonomía” del INE. La pregunta hoy es: ¿el INE de Lorenzo Córdova es verdaderamente autónomo, responde a los intereses de la sociedad o de grupos políticos, es verdaderamente democrático?
En primer paso hacia la democratización que México tanto necesitaba, en 1977, Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación de José López Portillo redactó aquella famosa Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE). Luego vinieron otras reformas que permitieron un “entendimiento” entre partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos en turno para que, se aseguraba, el “árbitro fuera imparcial”, que dejara recibir línea desde Los Pinos y desde el mismo PRI.
Ha sido una falacia de que aquel IFE es un organismo plenamente autónomo e independiente, como tampoco lo es el INE. Se avanzó sí, no se le pueden negar cosas positivas al IFE y al INE. Un hecho en favor del organismo, por ejemplo, fue el reconocimiento del triunfo de Andrés Manuel López Obrador (tal vez porque fue arrollador); el INE tiene “cosas” importantes que deben prevalecer en el nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, si la reforma pasa.
Los promotores del descontento buscan imponer en las cabezas de la población de que el INE es una institución democrática, independiente, afirmación falsa porque tanto en el IFE como en el INE han prevalecido los intereses de quienes han gobernado. Los consejeros electorales han respondido a esos haberes políticos. No hay que olvidar que el PRI y el PAN se han repartido la designación de los consejeros electorales.
Hay aspectos de la propuesta presidencial con los que difiero; es necesario que el organismo reformado sea verdaderamente autónomo e independiente, pero es importante desenmascarar a quienes nos quieren vender la idea que el actual INE es un organismo demócrata cuando está lejos de ello.
Desde Carlos Salinas de Gortari el IFE fue un instrumento político del Presidente de la República que sirvió para negociar el poder entre el PRI y el PAN; se repartieron los “triunfos” mediante “concertacesiones”. Vale no olvidar al menos dos ejemplos; a Guanajuato llegó a gobernar Carlos Medina y a Baja California, Ernesto Ruffo, pero no fue por el voto ciudadano, fue producto de una negociación política.
Otro hecho poco difundido fue cuando Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE entre 2003 y 2007, permitió en 2006 que Diego Zavala, cuñado del candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón, fuera quien diseñara el software del padrón electoral desde su empresa Metadata S.A., lo que permitió en buena parte el fraude electoral en la elección presidencial de aquel año.
El INE es un mostro burocrático que le cuesta muchísimo al país; sus integrantes ganan millonadas de pesos, no tienen que llevar a sus oficinas su lonche o su torta; tienen gastos de “representación”; los carros y gasolinas no les cuesta, salen del erario, hablan de legalidad, y más de una decena de sus integrantes ganan más que el Presidente de la República; no les importa violentar la Constitución.
México, efectivamente, requiere de un INE democrático, no de un INE de un cuento democrático; nos dicen, sus integrantes, deben ser “especialistas”, “gente docta en ciencias políticas, en matemáticas y estadística, versados en la materia”. Sí, se necesita personal profesional; pero pretenden que los consejeros se sigan designando por cuotas, por cuates, por eso se oponen a que su nombramiento sea a través del voto.
Un argumento en contra de la reforma es que, aseguran, “se trata de regresarle el control de los comicios al gobierno como cuando la Comisión Federal Electoral dependía de la Secretaría de Gobernación”. Vuelvo a preguntar: ¿Qué acaso el IFE y el INE no han estado bajo el control, vigilancia y a las órdenes de los gobiernos en turno del PRI del PAN?
El INE, al que nos invitan defender en la calle, ese INE “democrático” del que hablan, es el mismo que pretendió esconder que había una encuesta que el organismo mandó a hacer, y que señala que cada 8 de 10 mexicanos están de acuerdo en elegir por voto popular a los consejeros y magistrados electorales; que el 51% se pronunció por reformar al INE, contra el 44% que la considera poco o nada necesaria.
Hablan democracia pero la niegan cuando los resultados nos les favorecen. Hacen malabares para que “entendamos” la encuesta como a ellos les conviene que la percibamos. Lorenzo Córdova, presidente del INE, buscó justificar: “la encuesta se hizo dos meses atrás; la percepción de población cambia con frecuencia”, afirmó. La opinión de los encuestados es más que evidente.
No tengamos miedo a tocar, a descubrir que hay algo más allá. #EsteINESíSeToca, enterémonos de una vez por todas…
Que no le cuenten…
¿Un museo del narcotráfico?; ¡no, bueno!