Por cualquier lado que se le mire, el ejercicio de revocación de mandato ha sido un logro de esta administración y eso, aunque lo hayan medianamente saboteado, lo celebrarán algún día los que hoy no acudieron a las urnas. Porque un día esta actividad democrática nos será muy útil, ya lo verán. No echen en saco roto lo que les digo.
Hoy no lo usamos ni fue vinculante ni despertó en todo su esplendor de tirar regímenes porque resulta todos estamos de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador termine su mandato. Los de FRENA están de acuerdo, los del PRIAN están de acuerdo, todos muy estrechándonos-las-manos y en santa paz. En fin, sólo una duda, ¿entonces por qué al principio le tiraron tanto odio, si querían que se quedara todo su sexenio? Haga lo que haga (sobre todo, cumplir sus promesas de campaña) no les ha gustado a ellos, pero quieren que siga y no se opondrán a eso.
Como sea, un día en que de verdad estén hartos, se darán cuenta de lo importante que es usar siempre el método de la revocación de mandato más que el de bayonetas y represión, o revueltas ciudadanas. Lo dije hace unos días y lo vuelvo a decir: “qué grande tener por fin la revocación de mandato”.
Y la neta es que si no me vieron promoviendo este ejercicio con más ánimo fue porque:
1. No tengo tiempo y no me pagan por ello. Eso es trabajo del INE, un instituto necesario que también debe ya cambiar el tiempo de permanencia de sus funcionarios, en pro del indispensable cambio generacional.
2. Tampoco me interesa que la derechiza, sobre todo la moralmente derrotada, se ponga de acuerdo. Me gusta así: malhumorada, sin idea al ver que mucha gente siente una diferencia, sin poderse organizar para que México vuelva a ser el de sus excesos, con el robo y la impunidad de los poderosos de antaño. A esa derecha clasista, racista, la prefiero desarticulada, sin poder juntar en el piso sus bracitos neoliberales y deshumanizantes.
La verdad, si este ejercicio lo hubieran propuesto Peña Nieto o Calderón (¡jajajaja!), yo no me hubiera comportado absolutamente como la oposición en México lo hizo aquí. ¡Jamás! Me hubiera ido por las calles tocando casa por casa, invitando a que fueran a votar para sacarlos. ¡Oh, sí!
Cosas que tampoco me dio tiempo de hacer:
1. Desmentir lo suficiente el asunto de que la revocación no era una reelección. A lo sumo, como algunos simpatizantes de AMLO decimos, es una revalidación de materias. Aquí lo que no se debe olvidar a todo mexicano es que ya tuvimos una Revolución Mexicana y sabemos lo que significa un dictador. Aquí y en todo el mundo cada que se queda alguien en el poder mucho tiempo, tiende a perjudicar a su nación y a hacerla más piramidal y diferenciada. Siempre. Es una enseñanza de esas de México para el mundo. El río de la burocracia de tintes partidistas tiene que fluir y renovarse. Si es con ideales humanistas, de izquierda, mejor.
(¿De qué tipo de izquierda? Ya lo iremos viendo en otras entregas.)