Las inyecciones de refuerzo de otoño son vacunas bivalentes, lo que significa que se enfocan en la cepa original de SARS-CoV-2 (el virus que causa la covid-19) y la variante ómicron.
Estas vacunas son efectivas recargando y ampliando nuestra inmunidad. Pero se anticipa que, como se vio con las vacunas originales de covid, la protección que proveen, especialmente contra la infección, se reduce meses después.
De manera que hay que considerar una estrategia de vacunas que provea una inmunización de largo plazo. Un nuevo tipo -las vacunas de mucosa- pueden ser prometedoras en este frente. Las vacunas de mucosa se aplican en la nariz o garganta, por vía de fórmulas inhalables. Puede sonar como algo nuevo, pero realmente venimos usándolas durante años para vacunar contra enfermedades como la influenza.
Mientras que las vacunas tradicionales de inyección hipodérmica producen una respuesta inmune más sistémica, las vacunas de mucosa hacen algo diferente. Los virus como el SARS-CoV-2 penetran nuestro sistema por la nariz o boca cuando inhalamos pequeñas gotículas que contienen el virus. Eso significa que la inmunidad en la nariz, boca o garganta es muy importante para frenar las infecciones.
Las vacunas de mucosa están diseñadas para actuar sobre este “sistema inmune mucoso”. El sistema inmune mucoso tiene el potencial de frenar en seco el virus cuando entra en el cuerpo, de manera que los científicos pronostican que las vacunas de mucosa podrían prevenir la infección.
La inmunidad de la mucosa también podría ser mejor para que nuestro sistema inmune recuerde el SARS-CoV-2. Los linfocitos de memoria son células inmunes de larga vida que recuerdan el virus y portan las instrucciones para que estas puedan ser rápidamente desplegadas frente a un ataque. Las vacunas sistémicas no son tan buenas para activar los linfocitos de memoria en la nariz o garganta, pero las vacunas de mucosa sí lo son.
Por otra parte, el hecho que las vacunas de mucosa actúan localmente implica que se necesitaría una dosis más pequeña. Eso, combinado con las medidas menos estrictas para su almacenamiento comparadas a las de las vacunas tradicionales, podría permitir que se puedan implementar mucho más eficientemente en países de bajos recursos y volverse en una herramienta importante en la equidad de las vacunas.
Las vacunas de mucosa podrían ser además más atractivas para aquellos que le tienen fobia a las agujas. Aproximadamente 26% de la población en Reino Unido reconoce tener miedo a las agujas, con las tasas más altas de fobia entre grupos de jóvenes negros y asiáticos -la demografía que sabemos que vacila ante la posibilidad de vacunarse y se vacuna menos.
Entretanto, dada la urgente necesidad de vacunas de larga duración, sería prudente invertir en nuevas estrategias, no solo para el desarrollo sino también para la producción de este tipo de vacunas. Serían una herramienta invaluable contra esta pandemia y muchas otras infecciones, incluyendo con las que todavía no nos hemos topado.