Con la caída de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), hace tres décadas surgió la plena hegemonía de Estados Unidos, con un predomino unipolar, prácticamente sin contrapesos.
La entrada del tercer milenio abrió oportunidades a otras naciones, especialmente China, convirtiéndose en la segunda potencia económica mundial, para dar inicio con una alianza estratégica con Rusia a un mundo tripolar que hoy se manifiesta con fuerza y parece anunciar el fin de la hegemonía estadounidense.
La guerra de Ucrania es una manifestación más de nuevo equilibrio global, en el que Rusia se presenta con la intención de hacer valer su poderío mundial, más que económico, a pesar de ser el onceavo país sobre la tierra por el tamaño de su Producto Interno Bruto.
La alianza entre Rusia y China conforma un dique respecto a la de Estados Unidos y la Unión europea, que se han quedado sorprendidos ante la beligerancia que rusa en Ucrania.
Para países como México, donde el predominio informativo proviene de los intereses de Washington, y no de la verdad, se quiere hacer creer que los malos son los rusos y buenos los chicos de Biden, con una triste recuperación del maniqueísmo universal.
Lo cierto que ni unos son tan malos ni otros son tan buenos, tanto Rusia como Estados Unidos han tenido en sus historias tristes episodios de invasiones a naciones cuyos pueblos no son culpables y si víctimas de atrocidades sin fin.
Valdría bien un análisis más a fondo y comparar, por ejemplo, la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003 cuando se dijo, que Washington salvaba al mundo de Sadam Husein, y ahora, en cambio, Rusia violenta a un país “democrático”.
La verdad es que solo están en juego sus intereses, sus áreas de influencia y sus pretensiones expansionistas.
Ojalá y el mundo pueda transitar de este trilateralismo a un multilateralismo, en el que todas las naciones tengan realmente voz y voto para alcanzar un equilibrio sano para un desarrollo equitativo.
SUSURROS
En lugar de que la Unión Europea y Estados Unidos destinen recursos y armas al gobierno de Ucrania, deberían hacer caso a las muchas manifestaciones masivas que se desarrollan en las principales ciudades europeas como Berlín, Madrid o Paris que exigen detener la guerra y recuperar la paz.
Es necesario respaldar las negociaciones entre Rusia y Ucrania que han establecido para llegar a acuerdos definitivos para poner fin a la conflagración bélica.
Lo peor sería avanzar en las hostilidades y en las amenazas verbales de un enfrentamiento nuclear en el que nadie ganaría.