La sala virtual del Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC, presenta a partir del 17 de octubre, Musa, obra en video en la que la artista visual Minia Biabiany (1988, Guadalupe, Antillas francesas) explora la violencia colonial producida en su país, y revisa las herencias históricas en su familia. Mediante metáforas de utensilios tradicionales, del paisaje y la naturaleza del país, Musa evoca y trae a la memoria las historias coloniales de opresión que han pervivido en el inconsciente de los cuerpos.
Piel de memoria
Musa paradisiaca es el nombre científico del árbol del plátano que habita en algunas latitudes calurosas de Asia y también de América. La flor, de llamativos colores morado y rojo, es un elemento habitual en la cocina autóctona de Guadalupe y se emplea también medicinalmente, en especial para las dolencias uterinas.
Esta pieza de estreno en Sala 10, curada por Virginia Roy, toma su nombre al adoptar la flor como eje vertebrador y así ahondar en las nociones de colonialismo y de identidad del territorio. “Minia Biabiany utiliza las posibilidades simbólicas y visuales de la Musa para referirse a las mujeres de su familia y a la historia de despojo de su país. La artista enfatiza las características de sanación y curación, frente al contexto de su país, donde el 90% del suelo está contaminado por el pesticida clordecona, cuyo uso permitió Francia en los años setenta y ochenta, y que provocó problemas de salud en los órganos sexuales y en el desarrollo de los niños. De esta manera, Biabiany recoge el modo en que la herida colonial penetra en la memoria de su familia y supura sobre la dermis del lugar, igual que la planta del plátano”, comenta la curadora.
La fragilidad de la Musa paradisiaca contrasta con la violencia del pasado esclavista y con la tensión con que la memoria de los cuerpos sexualizados y exotizados ha quedado inscrita en el lugar. La presencia del cuerpo femenino se observa, a su vez, en las imágenes de vientres que, como hilos umbilicales, nos unen a los linajes genealógicos y a la sexualidad de la mujer. Los cuerpos se despliegan como si fueran las entrañas del lugar. De esta manera, la constelación de mujeres de la familia refleja el arraigo del colonialismo, en una cadena o hilo de sangre que hilvana sutilmente ese “movimiento que recuerda” la historia mediante repeticiones gestuales.
El hilo ocupa un espacio relevante en la producción de Biabiany, tanto física como conceptualmente. En esta pieza, la artista ata los pétalos, los anuda y los liga, de igual manera que sujeta y amarra las historias y memorias. Muchas de sus instalaciones forman una red de filamentos a partir de elementos y objetos, con el fin de tejer un conjunto de otros significados y posibles narrativas. Crea así una trama de texturas y relatos que nos sumergen en los espacios de exploración que propone la artista para “desaprender a mirar”.
En Musa, obra que se exhibe con la colaboración de BIENALSUR, la lengua aparece como órgano, pero también como idioma. Al igual que en otras piezas de la artista, el video incluye fragmentos en lengua criolla, tanto palabras escritas como recitadas. La secuencia de las pausas, así como la suavidad de la sonoridad y de la oralidad, inciden en la intimidad que proyecta la pieza. El criollo nace de la oralidad y la comunicación entre los esclavizados. La lengua es política y el criollo habita esa disputa.
“Musa es un poema visual en el que la poética de las imágenes y de las palabras se entremezclan para proponer una demanda de escucha: un murmullo que arriba para desenredar el colonialismo interiorizado y asimilado que nos habita. Como deshaciendo una maraña de hilos, la pieza desanuda las historias. Musa habla desde la piel y la tierra, desde la lluvia que permea y se absorbe en la arena, desde el susurro de un pasado en tensión. Así, hace aflorar la presencia de otros relatos, pero, sobre todo, nos propone un espacio y una membrana de memoria”, concluye la curadora.
Semblanza
Minia Biabiany (1988, Guadalupe, Antillas francesas)
El trabajo de Minia Biabiany se construye a partir de una observación del lugar desde perspectivas históricas y fenomenológicas. El espacio se entiende como un tejido de relaciones por darse gracias a la mirada del espectador que camina dentro de un despliegue de elementos de varios tipos (hilo, fragmentos naturales, fotografías, escrituras, video, poemas). Este lenguaje formal constituye una poética del lugar frágil y efímera: en el trabajo de Biabiany el tejido —la realización de una superficie a partir de hilos o hebras— se vuelve un paradigma para entender nuestra relación con el lenguaje. Oral, escrito o con formas, en su trabajo el lenguaje reconstruye narrativas e imaginarios para pensarse y sanar en contextos coloniales.
Sala 10. Minia Biabiany. Musa