La actividad de la cuasi presidenta electa Claudia Sheinbaum en las últimas semanas ratifica que en la sucesión del Gobierno Federal habrá cambio de titular, pero se mantendrá un mismo proyecto político y de nación. Hasta ahora, todos los empeños de la comentocracia de muchos medios de comunicación y varios grupos de presión empresarial y de núcleos de alto poder adquisitivo para “amarrar navajas” entre la exjefa de Gobierno y el aún presidente de la República han sido vanos.
Ambos personajes, saliente y entrante, han dejado en claro que caminan sobre la misma ruta. Así se probó con el anuncio de los primeros integrantes del gabinete: Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente Ramírez, Rosaura Ruiz Gutiérrez, Alicia Bárcena Ibarra, Julio Berdegué Sacristán, Ernestina Godoy Ramos y el anticipadamente ratificado Rogelio Ramírez de la O, todos comprometidos con la llamada Cuarta Transformación y ahora en la construcción del “segundo piso”.
Confirma también que seguiremos en el mismo sendero las giras en las que Claudia Sheinbaum acompaña al presidente López Obrador para comprometerse a continuar con las obras y proyectos estratégicos de este sexenio, como el Corredor Transístmico, el Tren Maya, la Reforma Judicial o la integración de la Guardia Nacional a la Sedena, entre otros.
Con los empresarios del CCE, la próxima presidenta se comprometió a alentar la inversión privada nacional y extranjera y a darles certidumbre jurídica a los capitales, tal y como ha acontecido en esta administración, al alcanzar cifras récord de Inversión Extranjera Directa (IED), por ejemplo.
No obstante, los esfuerzos de la derecha y sus esbirros para confrontar a López Obrador y Sheinbaum continuarán no sólo hasta el primero de octubre, sino que muy probablemente se intensifiquen aún más en el arranque del siguiente sexenio.
Divide y vencerás es la consigna. La necesidad es que ello no suceda. Veremos.
SUSURROS
Muchas y muy variadas son las impugnaciones que los partidos políticos y candidatos a diversos puestos de elección popular han iniciado, primero ante el INE y luego ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), por parte de aspirantes derrotados en las urnas.
La realidad es que no habrá grandes movimientos en los resultados electorales a pesar del gran número de juicios que la Sala Superior y las Regionales del país tendrán que resolver en unas cuantas semanas.
En la mayoría de los casos son sólo patadas de ahogado, como las del PRD y quienes fueron sus abanderados en todo el país. La suerte de los derrotados la determinó la ciudadanía en las urnas; poco podrán hacer en los Tribunales.
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