Cae en infancia
Cae en vejez
Cae en lágrimas
Cae en risas
Cae en música sobre el universo
Cae de tu cabeza a tus pies
Cae de tus pies a tu cabeza
Cae del mar a la fuente
Cae al último abismo de silencio
Como el barco que se hunde apagando sus luces
Vicente Huidobro
El 1 de diciembre de 1925 una llamada de socorro fue lo último que se supo del buque de vapor SS Chimborazo antes de perderse en el Triángulo de las Bermudas con sus treinta y dos tripulantes durante una repentina tormenta mientras navegaba rumbo a Cuba. No se volvió a tener contacto con la embarcación, ni hubo noticias hasta años después.
Desde entonces comenzó su leyenda, convirtiéndose en un buque fantasma, pues se empezaron a reportar extrañas apariciones. Por ejemplo, en algunos lugares de Ecuador, desde los años 30, se difundían entre las comunidades de pescadores noticias de algunos que aseguraban haber visto súbitamente en altamar un navío de apariencia muy antigua con el que estuvieron a punto de colisionar. Por instantes perdían totalmente el control de su propia embarcación y, cuando estaban justo a punto de estrellarse, aquél cambiaba de dirección. Hay quienes incluso contaban haber pasado a través de él. Pero, si en algo coinciden las historias de los antiguos lancheros, es que recuerdan haber visto claramente el nombre SS Chimborazo.
Las noticias del navío de vapor fantasma no son entonces algo nuevo, el SS Chimborazo ya había sido visto desde hace mucho tiempo atrás. Pero, es especialmente llamativa una cinta documental de 1977, a propósito de leyendas ecuatorianas donde aparece durante algunos segundos esta embarcación. Sin embargo, se observa encallada en las dunas del camino Inca, en un desierto Andino. Y para hacer algún tipo de acertijo cambian el nombre del barco de vapor por SS Cotopaxi. Entonces, si se quiere indagar más sobre la leyenda de esta embarcación, hay que ir al nombre mismo del barco.
Algunos de los alpinistas que utilizan las antiguas rutas para escalar el volcán Chimborazo aseguran que durante las tormentas se escucha el “inconfundible sonido de la bocina de un barco de vapor”, acercándose a sus refugios. Ellos recomiendan que cuando esto ocurre, por ningún motivo, se trate de salir del refugio ni de buscar el origen de dicho sonido pues, quienes lo han hecho, no vuelven ni son encontrados al terminar la tormenta. De ahí la frase, cuando alguien desaparece sin dejar rastro: “Se lo llevó el Chimborazo”.
Aunque hay cierto secretismo sobre este tema, recientemente ha sucedido algo singular. Inclusive un grupo de estudios de misterios Andinos ha tomado cartas en el asunto. Se ha encontrado evidencia de que uno de los tripulantes del SS Chimborazo fue visto en las calles de Quito casi cien años antes de la desaparición de la embarcación. Esto daría un giro total a la leyenda.
La información sobre el encuentro con dicho personaje parte de un relato encontrado en un texto que se encontró en la biblioteca del Archivo Nacional. Fue escrito por uno de los antiguos escaladores del Chimborazo que hace también referencia al haber escuchado “un muy extraño sonido” mientras se refugiaba de una tormenta durante a su escalada del Chimborazo. Comentando más adelante una conversación que tuvo, de vuelta a Quito a altas horas de la noche, con un “marinero delirante”. Dicho marinero le contó al explorador una historia que le pareció increíble sobre el barco del que era tripulante y sus rutas a “puntos inaccesibles”.
Aquí aparece uno de los primeros problemas que han generado más preguntas que respuestas y que ha elevado el interés respecto a dicha leyenda del barco fantasma. Los documentos donde se hallaron dichos relatos datan de principios del siglo XXI, casi un siglo antes de la construcción del SS Chimborazo.
No cabría duda respecto a la veracidad de la fuente por dos razones. En primer lugar, por el sitio mismo donde el documento reposa: el Archivo Nacional; en segundo lugar, porque el relato es de puño y letra, ni más ni menos que, de Alexander Von Humboldt durante su recorrido por Ecuador en diciembre de 1802. Sólo hay un cabo suelto: el color de la tinta con la que está escrita el documento y una mancha circular del mismo tono que coincide con el diámetro de una copa de vino además de salpicaduras del mismo tono. La coincidencia del peculiar color rojizo llamó la atención y un estudio arrojó como resultado que la tinta del escrito, así como las manchas, son de un mismo producto elaborado a partir de Shanshi (Coriaria ruscifolia). Una planta muy venenosa conocida por ser confundida fácilmente con el popular fruto mortiño, razón por la cual es especialmente peligrosa, pues de ser ingerida causa elevados niveles de euforia por sus altos niveles de glucósidos venenosos y de una toxina llamada tutina. Lo que lleva a considerar que, lo que Humboldt bebía, pasando por ser vino de mortiño, era una sustancia alucinógena.
Ernesto Zavala
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