Las especulaciones, los rumores y la manipulación perversa que se han desatado en torno a la salud del presidente de la República, va mucho más allá de la salud de una persona si no que involucra la estabilidad política, económica y social del país entero, es parte de la salud nacional.
No se trata de si Andrés López Obrador está enfermo leve o gravemente, lo que sucede en cualquier caso en el que el presidente de un país es afectado por algún padecimiento, se devienen muchos efectos, la mayoría de ellos nocivos por obedecer a deseos o intereses de grupos opositores o que simplemente quieren llevar agua a su molino.
Si bien el manejo de la comunicación oficial de lo sucedido al hombre de Macuspana fue, por decirlo mínimo, torpe e inadecuado, pero ello no justifica lo que sucedió el domingo pasado en las redes sociales, donde hubo expresiones de maldad y perversidad, al dejar correr versiones de que el Ejecutivo Federal había sufrido un derrame cerebral, que quedó paralítico o peor aún que había ya fallecido.
Hoy se sabe, por boca del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que en dos o tres días el presidente López Obrador retornará a sus actividades como jefe de Gobierno, al haber sido nuevamente infectado por Coronavirus SARS-CoV-2, que no fue infarto cerebral ni cardiaco.
De cualquier forma, muy conveniente resulta que se cuente con un informe médico detallado sobre su padecimiento, estado de salud y consecuencias.
Los malquerientes y hasta algunos bienquerientes se dieron vuelo con los rumores y muchos aún los siguen propalando para sacar ventajas personales o de grupo porque bien saben que a río revuelto hay ganancia de pescadores.
Lo mejor que le puede suceder al país, independientemente de posturas políticas o ideológicas es que el Primer Mandatario se recupere al cien por ciento a la brevedad posible, lo contrario sólo dañará a México.
SUSURROS
Lo único que dejó en claro el debate político entre las candidatas a la gobernatura del Estado de México Delfina Gómez y Alejandra del Moral, es el profundo desgaste que este esquema de confrontación ha sufrido.
Poco aporta, menos influye en la decisión del electorado y genera una guerra de papel, amén de evidenciar que nada es imparcial ni siquiera el moderado, en este caso moderadora, Ana Paula Ordorica, quien desnudó sus propias ideas derechistas.
Habrá que idear nuevos mecanismos para realmente confrontar propuestas de gobierno, ideologías y definición de políticas públicas. No sólo verborrea.