Cree la lengua de la boca
que los hombres desviaron de su rol,
haciéndola aprender a hablar…
a ella, ella, bella nadadora.
Altazor, canto I
Aquesta la lengua. Encargada del gusto, del saber, del dar sabor a la vida, aunque no dependa della ni el buen gusto ni la forma en que se le use al comer, decir, besar, cantar, burlar, sanar. La lengua hoy pareciera, como nos revela Altazor más adelante en su canto, “desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador”. La lengua se usa y de la lengua se abusa con sabores de ligereza. Ella en cambio se ha vuelto libertina, descreída, y tan superficial como si con lo mismo con que se le alimentara, bajo en calorías o sabores rápidos y artificiales, pareciera responder. Hay hoy mal clima, se habla sin decir nada. ¿Quién podrá agorar los fines desta desacariciada?
Por supuesto, es admirable lo que se puede hacer también con la lengua. ¿Pero se puede creer en ella? Conocí a una descendiente directa del último emperador Inca, Atahualpa. Su voz me deja irónicamente un sabor coge lenguas, Yma Sumac es una cantante que emplea en sus letras quechua, español y sonidos ignotos que recuerdan aves y felinos salvajes. Ella acaricia la lengua. Es capaz de cantar también con las voces atávicas de la de naturaleza como terremotos, volcanes o el viento. Aruña los oídos con un rango vocal de cinco octavas.
Su primer disco, de 1950, se titula La voz de Xtabay. Me mordí la lengua cuando caí en cuenta de estar frente a otro fantástico hallazgo maya en mi expedición andina pues en el título del disco se hace referencia a una mujer mitológica maya: Xtabay, la protectora de los ahorcados a la que nada más y nada menos, se le está dando la voz. Cinco años antes de grabar este disco, Yma Sumac se presentó en el Palacio de Bellas Artes en México. Fue ahí donde, unos años después en 1970, se inició la construcción subterránea del metro en cuya estación Bellas Artes se colocaron réplicas de estelas de Yaxchilan, una antigua ciudad maya. Supongo que la intensidad con la que cantó conmovió literalmente hasta las raíces.
En la vida antes que la palabra está la lengua, es de la lengua materna de la que nacemos. Quizá por ello el canto de una mujer tiene una mística grabada en nuestro inconsciente: la canción de cuna. La lengua de Yma Sumac, de por sí con un rango vocal tan amplio, llega también a cantar con tonos rituales y espirituales. Reuniendo lenguas hermanas, su canción provoca un retorno no sólo a la cosmogonía tradicional de las lenguas quechuas o mayas, también emplea estilos musicales como el mambo cubano o el huayno peruano, así como rock psicodélico estadounidense.
La lengua es capaz de mucho más que los usos que le damos. Inclusive su inspección tiene un significado clínico para la medicina tradicional china, en la que se puede leer al observarla, la energía vital Qi. Así que, si bien se podría creer en la lengua, son definitivamente más valiosos los acertijos que ésta plantea, o qué decir del poder que podemos dar desde ahora al pronunciar a una oración. Leo el canto final de Altazor y no puedo dejar de pensar que es una canción de Yma Sumac en la que consuela con un yarawi al espíritu de Atahualpa que muestra su lengua, muerto por ahorcamiento.