Fue por el año 2003 cuando, como en enlace de prensa de la Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi), atendí a un señor acompañado de otras dos personas, cuyo objetivo era presentarle al gobierno de la ciudad de México, que encabezaba Andrés Manuel López Obrador, una propuesta para “mejorar el tráfico de automóviles”.
Aquella persona me explicó, más o menos, recuerdo: “… es muy fácil; debemos aumentar la tarifa del Metro a 15 pesos para que quienes lo utilice sea la gente que se mueve en automóvil, quien gana más, lo que obligaría a la mayoría que lo usan, a viajar en autobuses y micros; y a quienes tienen carro, les permitiría dejarlo en casa y moverse en Metro; esto va disminuir la cantidad de automotores en la ciudad”.
La propuesta me dejó frío: No podía creer que alguien pensara en una idea como esa para reducir el tráfico vehicular. En su planteamiento observé un acto de racismo, de discriminación, cuando dividía “gente pobre” y “gente rica”; que al encarecerse los viajes en el tren naranja, a los “pobres” no les quedaba otra que subirse nada más que a las “micros” o al “RTP”.
Claro, en un acto “bondadoso”, aquel personaje me explicó que la tarifa de micros, combis y “RTP” no debería aumentar “mucho”.
Después de escucharlo, le pregunté si la proposición era sólo suya o de alguna organización de transportistas o de un partido político; me explicó que era de su patente, pero a partir de “reclamos de mucha gente harta del tráfico de la ciudad” que, aceptó, igual que él, simpatizaban con el panismo, pero que su proposición era una “aportación” al pluralismo político de la ciudad.
Luego de despedirse, Eugenio de la Cruz, quien me asistía, me preguntó: “¿Y qué quieren”? Le dije: “¡Una jalada de los pelos; que el Metro cueste 15 pesos para que los pobres ya no se suban al tren!” Evidentemente le generó una carcajada.
Traigo esto a cuento por la iniciativa, que recién se conoció, de un grupo de diputados locales del PAN como Federico Döring que pretenden formular la “Ley del Sistema Metro”, y que en su Artículo 12, habla de “tarifas preferenciales diferenciadas y especiales”. El cobro dependería de las estaciones que se recorran.
El costo de cinco pesos por subirse al Metro, efectivamente, es muy barato; tal vez hoy su precio real, sin subsidio, podría ser de 15; sin embargo las administraciones de izquierda desde que llegó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a gobernar la capital del país, han subsidiado la tarifa. La decisión ha sido a partir de una política social incluyente y no desde la visión empresarial como el panismo concibe debe ser su propósito de gobierno.
Elevar el costo a 15 pesos o, incluso menos, significaría “quebrar” a la población de clase baja, igual a la de clase media, cuyo grupo familiar, en promedio, es de al menos cuatro integrantes, quienes llegan realizar en una media, cada uno, cuatro viajes al día.
Cabe recordar que el número de viajes, antes de que las líneas 1 y 9 entraran en mantenimiento mayor, era de 5.1 millones de viajes diarios. Hoy es de 3.8 millones.
A unas semanas de las elecciones, al panismo de la CDMX el engrudo se les hizo bolas, porque en el fondo su iniciativa busca, al final, la privatización de un sistema de transporte fundamental que permite a la población, hoy, sin importar su clase social, moverse a su destino, cualquiera que sea este.
Su problema es que no se atreven a decirlo de frente y con claridad. Federico Döring está haciendo malabares para convencer a la población de la CDMX -lo que se lee con toda claridad de la iniciativa-, “no es cierto”, o sea, buscan desmentirse a sí mismos. Efectivamente lo que demanda el panismo es un aumento tarifario, incluso la privatización del Sistema de Transporte Colectivo (STC). Este es el espíritu real de su iniciativa.
Por ejemplo, es importante no perder de vista que en el gobierno de Felipe Calderón se creó el Tren Suburbano que va de Buenavista a Cuautitlán, cuyo capital mayoritario, es privado, y el precio por viaje “corto” –dos estaciones-, es de diez pesos y de 23 –por seis estaciones-. Por ejemplo quien viene a trabajar a la capital del país, en su periplo, al final del día, paga por ese servicio 46 pesos, más sus viajes en el Estado de México y en la CDMX, algo así como 90 pesos o más, según la distancia que recorra.
Efectivamente, la iniciativa de ley busca “abrir un resquicio para que entes privados puedan participar en el organismo”, bajo el supuesto de que es necesario “mejorar el servicio”. Sin embargo, los legisladores panistas, no explican cuál es la base de su propuesta y el impacto que tendría para los más necesitados, ya que a partir de su formulación, el diferencial es que quien vive más lejos paga más. Es decir, los viajes largos subsidian a los viajes cortos.
Cuando los panistas de la ciudad hablan de “una tarifa diferenciada dependiendo de la distancia de los viajes”; eufemísticamente, nos están hablando de aumentar el costo de los viajes, además de que proponen disminuir el presupuesto para el mantenimiento del Metro, del 38%, que se destina actualmente, al 30%.
Pero, ¿por qué? Para justificar que empresas privadas entren al rescate del STC. Entonces, estaríamos -no se descarte-, ante lo que podría llegar a conocerse, y con toda razón, como el cártel del Metro.
Es evidente, desde siempre, el deseo privatizador del PAN de todo lo que se pueda. No es nada que yo aquí esté inventando. No es una “feke news”.
El ex alcalde de Benito Juárez, Santiago Taboada ha dicho que de ganar el gobierno de la ciudad, le entregaría el manejo del servicio del agua a empresas privadas. En reunión con el Club de Industriales, el pasado 22 de abril, dijo: “Nosotros no tenemos miedo a la inversión privada”, debido a que el dinero público es insuficiente”, lo que es a todas luces una gran mentira. A las líneas 1 y 9, hoy, se les está dando mantenimiento mayor con recursos públicos.
Lo que deja ver la iniciativa, repito, es su intención de privatizar todo. Así pintaría el Metro panista.
*Que no le cuenten…*
Todos tenemos unos parientes panistas; una de mis tías nos llamó a “pensar” bien nuestro voto porque, “si gana Morena –nos advirtió- “vamos al comunismo” ¡Dios nos agarre confesados!
En redes podemos ver al sacerdote Rafael Pacheco, asustando a sus feligreses, ya que si votan por Morena “van a perder todas sus propiedades; tu casa ya no va a ser tuya, no la podrás vender”. Suplica: ¡Pídanle a Dios que nos de la luz al votar!”, (porque) “estamos a punto de perder la patria, a perder nuestra libertad”. ¡Nooo! Que su manto sagrado no lo permita.
La misma patraña de hace seis años; el mismo cuento ese de que “ahí viene el lobo”.
(Mat. 24:11) dice: “Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos”.