Fue Clara. La Comisión Nacional de Elecciones de Morena, finalmente dio a conocer quiénes fueron favorecidos (as) por las encuestas y por la llamada paridad de género en ocho estados y en la capital del país.
En particular, ¿qué pasó en la Ciudad de México? ¿Por qué la “vencedora” fue Clara Brugada, la luchadora social y militante de izquierda, frente al “súper policía”, Omar García Harfuch?
Habrá quien diga que “ganó la preferida” del presidente Andrés Manuel López Obrador, y que es él quien sigue teniendo el “Bastón de mando” dentro de Morena, y no Claudia Sheinbaum. Es entendible que esto se diga desde la oposición política y mediática. Una narrativa que como bien dice Viri Ríos, la analista del diario Milenio, es producto de una estrategia, bien definida, para “descalificar a la aspirante presidencial de Morena”.
Desde que Clara y Omar saltaron a la campaña electoral interna, pero que en realidad era abierta, ese sector de opositores, desde los medios de comunicación, decidieron fortalecer mediáticamente a García Harfuch, pues lo consideran más cercano a sus intereses políticos y económicos, con quien se podría “pactar” como ocurrió con Miguel Ángel Mancera.
Omar García Harfuch ganó la encuesta de todas, todas. Aplicando las matemáticas, una sencilla suma, nos mostró que el ex secretario de Seguridad Pública de la CDMX, debió ser el candidato de Morena a la Jefatura de Gobierno.
Pero bien, como escribió días atrás Viri Ríos, el INE terminó “siendo el factor decisivo para que la candidata a sea Clara Brugada. (…). La dirigencia de Morena cumplió con el mandato del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que confirmó el acuerdo del INE que ordenaba a los partidos políticos a postular al menos a cinco mujeres para las elecciones de nueve gubernaturas, con el objetivo de garantizar la paridad de género.
Quienes participaron en las encuestas sabían, de antemano, las reglas del “juego”, por eso fue agradable que el mismo García Harfuch, en un tono tranquilo, aceptó el que Brugada hubiera sido designada candidata, y al mismo tiempo haya hecho un llamado a “ganar el gobierno de la ciudad y garantizar la continuidad completa de la transformación, y a trabajar unidos, siendo incluyentes donde quepamos todos y todas”.
Desde muy temprano de este sábado, hubo reacciones de algunos amigas y amigos. Una ellas, de entrada, vaticinó: “Se va a perder la ciudad”. Otro, trató de explicarme que “ser de izquierda no garantiza nada que Clara haga un buen gobierno”. Entiendo que su reacción es porque ambos trabajan para un grupo político con el que tuvieron fuertes diferencias con ex alcaldesa de Iztapalapa. Otra más, a pesar de ser obradorista de hueso colorado, me adelantó: “no voy a votar por ella”.
Otros morenistas y algunos que no lo son pero que simpatizan con la 4T, me expresaron su gusto porque haya sido Clara la que “gano”, pues también suponían que, como me dijo, uno de ellos, “si quedaba Harfuch, era entregarle a la oposición la ciudad”.
El que Clara haya quedado en segundo lugar en las encuestas, no demerita por ningún motivo sus capacidades y calidad como candidata designada, con interesantes cartas de presentación, quien, como alcaldesa de Iztapalapa, tuvo excelentes resultados no sólo en la mejorara de la infraestructura de la demarcación, sino a nivel social con sus famosas y reconocidas “utopías” en la otrora delegación más temida y peligrosa de la capital del país.
Clara Brugada representa no sólo al movimiento obradorista de la 4T, desde luego al urbano-popular, a un sector muy importante de estudiantes universitarios; también a una clase media, inteligente, progresista, intelectual que abiertamente se pronunció por ella en desplegados y en sus espacios en medios de comunicación y en sus redes sociales.
También, seguramente, hay un sector social, particularmente clase mediero que está molesto, sí, con el presidente de la República por sus descalificativos cuando los acusó ser aspiracionistas; uno de los desaciertos políticos más se lamentables que se le haya escuchado a López Obrador. Sin embargo, y a pesar de esto, van a votar por Clara, porque no se ven cruzando la boleta con los logos del PRI, PAN y PRD, o en favor de Mauricio Tabe como candidato del “Cártel Inmobiliario”.
Brugada, seguramente está Clara que la cuesta arriba será difícil, y que necesita de todos en Morena y fuera de su parido; que deberá acordar con todos los dirigentes en las 16 alcaldías, porque requiere de un equipo más allá de Iztapalapa, primero para la campaña y luego para poder gobernar.
Hay quienes consideran que una de sus debilidades es su cerrazón; no abrirse le puede traer fuertes jaquecas políticas; de no hacerlo, será muy difícil que tenga éxito. No me queda duda que sabe mucho de esto, y que no sólo es ganar el gobierno, también el Congreso local y recuperar las alcaldías perdidas en el 2021.
Tanto Claudia Sheinbaum, como Clara Brugada deben abrirse y realizar, juntas, lo que se le llama “operación cicatriz” para incluir a los descontentos y acercarse a las clases medias, cuyo voto será fundamental para ambas, porque van en el mismo barco.
Lo que viene para Morena en la CDMX debe ser la unidad, y esta deberá ser una de las tareas principales de Claudia Sheinbaum y de Omar García Harfuch, porque no salir a respaldarla, a no trabajar con ella, porque la iztapalapense “no debió ser”, amén de que veo actitudes discriminatorias hacia ella, frente al “hombre barbado y guapo”, es simple y sencillamente un suicidio político.
Que no le cuenten…
El proceso de selección de las y los candidatos de Morena a los gobiernos de ocho entidades y a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, con todos los “defectos” que se le puedan ver, ha sido un proceso que, se quiera o no, le deja muy alto a la oposición el mecanismo de elección, y que nos recuerda còmo sacaron de la contienda interna del FAM a la priísta Beatriz Paredes. ¿Será que, a Xóchitl Gálvez, le ocurra lo mismo, porque nomás no levanta, y esto justifique que Marcelo Ebrard sea su nuevo prospecto presidencial? Bueno, eso me lo dijo un pajarito.