Que no le digan…
Por allá del 3 de septiembre próximo, la alianza “Va por México” anunciará que su candidata presidencial será Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz. En las últimas semanas, la dirigencia de los tres partidos que constituyeron también en el Frente Amplio por México, dirigidos por su patrón Claudio X. González, hicieron, seguramente, un análisis “profundo”, sobre quién de los aproximadamente 20 “suspirantes” que se habían apuntado, tiene posibilidades de ganar la Presidencia de la República a la o el candidato de Morena.
Independientemente de ello, panistas, priístas, perredistas, empresarios, están claros que la tienen muy difícil. Se sinceraron, porque saben que ninguno de los 20 es líder, no tiene carisma; son desconocidos, pero se les identifica, sí, por la corrupción de los gobiernos de los que fueron parte.
Esa veintena está marcados por un pasado corrupto. La población no los olvida cercanos a Carlos Salinas de Gortari, a Ernesto Zedillo, a Vicente Fox, a Felipe Calderón, a Enrique Peña, símbolos todos ellos de un sistema económico social que llevó a la inmensa mayoría de la población a vivir en pobreza, y a un puñado a disfrutar de la jauja.
Pero ¿por qué ella? ¿Por qué Xóchitl? La hidalguense se ha vendido como una mujer “progresista”; hija de padres indígenas, que vivió en una de las comunidades más pobres del país, que “viene de abajo”.
Ella podría captar el voto de quienes teniendo una posición de centro izquierda, pudieran estar “decepcionados” del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. No lo harían, por ningún motivo, por los priístas Enrique de la Madrid, hijo del ex presidente Miguel de la Madrid, quien dio inició al proyecto neoliberal en México, o Beatriz Paredes; tampoco por el panista Santiago Creel, menos por Silvano Aureoles o Miguel Ángel Mancera.
En 2010 fue candidata a la gubernatura de su estado por la coalición «Hidalgo nos une», integrada, además del PAN, por el PRD, PT y Convergencia, hoy Movimiento Ciudadano. Perdió frente al PRI, quedando en segundo lugar, con el 47% de los votos a su favor.
A querer o no, Xóchitl Gálvez es una mujer con cierto carisma que cae bien a la gente, y muchos sectores, sobre todo de clase media, se llegan a identificar con ella. Es populachera, entrona, respondona; no le preocupa hablar con “malas palabras”, “cae bien”. Tal vez uno de sus problemas es que le va a los azules, pero del Cruz Azul. En fin, se ha vendido como una “mujer común y corriente” y de esas “cualidades”, es por lo que el Frente quiere aprovecharse de ella.
Hasta aquí, seguramente, ha sido la valoración que la cúpula de Va por México ha calculado. El hecho de que la Senadora tenga orígenes “humildes” y en el aparador político se haya promocionado como progresista, no quiere decir que no haya sufrido una metamorfosis; claro que la ha tenido, y no ha sido repentina su transformación, por eso los cazadores de talentos de Vicente Fox en el 2000 se la llevaron con el ignorante botudo; su cercanía con el ex presidente y la derecha, la muestran como un “monstruoso insecto” –podría describirla hoy Franz Kafka-, que desde luego a la alianza no les es conveniente que se conozca tal cual.
En marzo de 2016, Xóchitl Gálvez fue invitada al cumpleaños de Diego Fernández de Cevallos. A la celebración asistieron, en palabras de López Obrador, “la mafia del poder” en México. Estaban Carlos Salinas, Felipe Calderón, Carlos Slim, Olegario Vázquez Raña, Alfredo Harp Helú, Luis Carlos Ugalde, Norberto Rivera Carrera, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y muchos más.
Haber asistido a esa fiesta de la “mafia del poder”, aunque haya sido casi, casi en calidad de “fotógrafa de salón de fiestas”, pues se dedicó a trasmitir el festejo por Periscop. Xóchitl es considerada por ellos, como uno de sus peones, un instrumento que cuadra hoy perfectamente frente a las circunstancias de desprestigio que padece la alianza derechista.
De cara a esta realidad, salvo que suceda un cisma al interior del PAN y de la alianza -porque Santiago Creel se quiera imponer como candidato-, Xóchitl Gálvez va a ser la “ungida”. La decisión ya está tomada, por eso varios de quienes habían sido invitados para determinar un método democrático en la elección interna de la oposición, renunciaron porque observaron, al parecer, que los dados ya estaban cargados, entre ellos Sergio Aguayo.
Quién fue más allá, fue la Senadora Lili Téllez, que entre los panistas era quien, según varias encuestas, estaba mejor posicionada. En un mensaje, la sonorense anunció que se bajaba de la contienda entre ellos por considerar que el método de elección, “no garantiza que existan plenas condiciones de equidad entre los aspirantes”.
Fue más allá cuando dijo: “no podemos combatir la ilegalidad violando la ley, no podemos oponernos al clientelismo gubernamental echando mano del clientelismo partidista o corporativo, y no vamos a contener a la nueva oligarquía morenista de la mano de los oligarcas del viejo régimen”.
El también senador panista, Damián Zepeda, contrario a que su partido se sumara al PRI, insistió que ir con el tricolor, no le augura al panismo un futuro cierto, además descalificar también el método.
Unos y, sobre todo la otra, dejaron entrever que la cúpula de los partidos y el mismo Claudio X. González tienen ya palomeada a quien va a ser su candidata, y que es falso que su elección vaya ser democrática.
El discurso político de Xóchitl ha sido aparentar ser una mujer de “avanzada”; incluso simpatizante de la izquierda social; pero no ha sido así, y esa es, precisamente, la narrativa que quieren posicionar, y que ya empezamos a leer de varios articulistas. En El Universal, José Rubistein, tituló su colaboración: “Xóchitl, agua de su propio chocolate”. Se busca crear la idea que la mujer del huipil es el “pueblo” mismo, claro, para cachar sus votos, y que está lejana de la derecha, de los “machuchones”.
Xóchitl ha formado parte de ellos. No son de gratis las porras de Vicente Fox a su persona, como cuando Joaquín López Dóriga lo entrevistó hace unos días: “Ve, escucha a Xóchitl, nada más qué cátedra nos acaba de dar…”.
Ella será la investida y va a responder a sus “amigos”, a aquellos de la fiesta de Diego. Claro, si gana. Xóchitl es su Caballo de Troya.
Que no le cuenten…
En un texto donde se hace un repaso de los fraudes electorales en elecciones presidenciales en México, desde Porfirio Díaz, y aun antes, su autor, Francisco Garduño Yáñez, señala que el “fraude electoral se convirtió en un hecho frecuente”.
Repasa cómo fue el fraude que en el 2006 Felipe Calderón cometió no sólo en contra de Andrés Manuel López Obrador, sino en contra de los mexicanos.
Igual, revisa con detenimiento cómo los hombres más ricos del país aportaron miles de millones de pesos para comprar la voluntad ciudadana, y pudiera “ganar” Enrique Peña Nieto con las famosas tarjetas Monex.
Sostiene que “por delante la sociedad tiene una tarea permanente…, no tolerar que la democracia mexicana vuelva a ser violada”.
Al final, recuerda que la noche del domingo 1 de junio de 2018, miles de mexicanos salieron a todas las plazas del país, y cómo abarrotaron el Zócalo de la capital para festejar junto con El Peje.
Fue “el triunfo de la esperanza”, festeja Garduño en su libro, “Los fraudes Electorales en México” (27/05/2022)