La hospitalización del presidente Andrés Manuel López Obrador, por menos de 24 horas en el Hospital Militar de la SEDENA, provocó un gran alboroto político y mediático por las consecuencias que pudiera traer un padecimiento agudo o hasta el fallecimiento del jefe del ejecutivo en funciones.
Por fortuna el mandatario federal se encuentra bien, ha reanudado sus labores cotidianas, pero el hecho fue oportunidad para que el hombre de Macuspana diera a conocer que tiene un testamento político para en caso de que fallezca durante su administración a la que le quedan 32 meses con 5 días, se dé a conocer y sea rector para sus seguidores y simpatizantes, en especial el partido Morena.
Esto ha generado que muchos sesudos analistas políticos, intelectuales y columnistas confundan la gimnasia con la magnesia y hablen de que AMLO quiere decidir desde hoy quien fuera su sucesor en caso de no concluir su mandato, como si pudiera violentar la constitución y las leyes que prevén lo que debe hacerse en caso de faltar un presidente de la República.
Esas voces no quieren entender, por intereses personales, que es plenamente legítimo el poder dejar un testamento político y con ello no se trasgrede ninguna ley ni tampoco institución alguna, como quieren hacer creer a los neófitos.
Si se diera el caso y el testamento político tuviera que abrirse, y en él hubiera directrices para apuntalar e impulsar a alguna persona para encabezar su movimiento, dependerá entonces de quienes coinciden con sus postulados e ideario seguirlo o no.
Si así fuere la fuerza del político tabasqueño sería aún mayor a la que ya tiene en vida y que, sin querer, le conceden sus más aviesos críticos al confundir la gimnasia con la magnesia.
Más es lo que lo ayudan que lo que le restan. Allá sus críticos.
SUSURROS
La censura que aplica Facebook de manera unilateral y sin posibilidad de réplica sobre sus usuarios llega a límites extraordinarios como la restricción a nuevas publicaciones para Spuknik Arabic sucedida el pasado 21 de enero, es inaceptable cómo lo puede hacer a una cuenta de tal magnitud, cómo lo hace, también a miles de personas en todo el mundo que inocentemente usan esta red social.
De esta forma Facebook ha entrado en un ejercicio de censura indiscriminada por cuestiones no solo de juicio moral o ético sino también político, erigiéndose como el gran juzgador de la verdad absoluta y el incontenible manipulador de conciencias. ¿Hasta cuándo?
No podemos cerrar este espacio sin sumarnos a la condena por el asesinato de la periodista de Tijuana, Lourdes Maldonado, con la que son tres los comunicadores caídos por las balas de criminales en lo que va de este año.