Indudablemente, la eficacia en la recaudación por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT) ha logrado altos niveles en este sexenio. Primero fue la eliminación de créditos fiscales a los grandes contribuyentes, luego el exhorto a ponerse al corriente en sus deudas fiscales y, finalmente, la fiscalización de algunas cuentas, lo que ha permitido hasta ahora rebasar las metas recaudatorias anuales de 2019 a la fecha.
Esta tendencia continúa y, de enero a mayo del presente año, ingresaron a las arcas públicas un billón 113 mil 816 millones de pesos por recaudación a grandes contribuyentes, lo que representó el 52 por ciento del total captado por el SAT en el periodo.
Como es lógico pensar, los grandes contribuyentes, esto es, los superricos, son quienes tienen que aportar más en impuestos como método primario de redistribución de los ingresos. Lo deberían hacer con el cumplimiento voluntario de la carga fiscal impuesta por ley, pero no siempre es así.
Muchos de los grandes contribuyentes buscan la elusión o la evasión fiscal como método de incremento en sus utilidades, acciones que se han visto exhibidas, contenidas y hasta condenadas con la fiscalización del SAT.
Estas acciones de fiscalización permitieron en los primeros cinco meses de este año obtener recursos al SAT por 359 mil 25 millones de pesos, lo cual representa 261 mil 563 millones de pesos más de lo captado en el mismo periodo del año pasado por la misma acción fiscalizadora.
No se trata de persecución o terrorismo fiscal, sino simplemente de que quienes más tienen y más ganan aporten igualmente más para beneficio de todos.
AHORROS
Esta concepción recaudatoria de que quienes más tienen más aporten para combatir la desigualdad es la misma que impulsa Brasil para proponerla al grupo de los 20 (G-20), con el objetivo de crear un nuevo impuesto de 2 por ciento para los mega ricos.
Para tal efecto, Fernando Haddad, ministro de Finanzas de Brasil, pretende que en el G-20 se apruebe esta nueva tributación a sólo unas cuantas miles de personas (tres mil multimillonarios en el mundo), cuya recaudación permitiría apoyar con recursos obras y proyectos productivos a miles de millones de seres humanos de todo el orbe.
No será fácil que la mayoría de los países del G-20 acepten la idea, pero la iniciativa política de llevarla a cabo crece y parte de la búsqueda por la equidad y justicia. Veremos.
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