Con la incorporación de Lázaro Cárdenas Batel al primer equipo de la cuasi presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, se va conformando un cuadro de gobierno diverso de funcionarios de distintos orígenes y corrientes más o menos de izquierda, pero todos con probado interés social. Justo con esta diversidad de políticos y funcionarios experimentados de reconocidas trayectorias, la próxima Primera Mandataria tendrá la clave para un nuevo gobierno que mantenga la línea de la Cuarta Transformación, pero con la debida autonomía y libertad de acción.
En especial, Cárdenas Batel da esa sensación de equilibrio al ser un sólido símbolo de la dinastía Cárdenas, con Lázaro a la cabeza, el expropiador del petróleo para México e hijo de Cuauhtémoc, el eterno luchador por la democracia mexicana y primer Jefe de Gobierno de la capital del país elegido por la ciudadanía en las urnas. No será sencilla la misión del tercero en la dinastía Cárdenas, peor aún cuando todavía no se conocen las responsabilidades que en los hechos le sean encargadas, pero el solo nombramiento como jefe de la oficina de la presidencia le da una relevancia de primer orden.
Su nombramiento, como el de Rosa Icela Rodríguez como Secretaria de Gobernación, dan una idea de lo importante que serán para Sheinbaum Pardo la gobernabilidad y el equilibrio de fuerzas políticas, especialmente las aglutinadas dentro de Morena y todo el espectro de izquierda que hoy domina en el país.
Falta aún conocer los nombres de algunas secretarías de Estado, como la del Trabajo, Turismo, Cultura y las muy importantes de Marina y Defensa Nacional, pero el panorama ya se puede vislumbrar para dar certidumbre y rumbo a lo que será el próximo gobierno sexenal: firmeza en el mando, claridad en la dirección y eficiencia en la administración.
SUSURROS
La violencia política no es deseable aquí ni en China, y siempre que surge quedan causas tan visibles como oscuras. Lo acontecido en Butler, Pensilvania, con el atentado contra Donald Trump no escapa a esas premisas. Se abren interrogantes, como la de por qué se ultimó a Thomas Matthew Crooks cuando debió ser detenido para conocer por qué y quién ordenó, si alguien lo hizo, dispararle al precandidato presidencial republicano. También quedan certezas, como los beneficios que ahora tendrá Trump en las próximas elecciones con más votos a su favor.
La hipótesis del asesino solitario siempre resulta la más fácil, pero la menos convincente. A pesar de ello, las dudas ya poco importan porque el hecho se dio y las consecuencias políticas también. Los demócratas están desconcertados y casi anulados en la carrera presidencial. Veremos.
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