Las nuevas condiciones geopolíticas derivadas de la guerra de Ucrania han provocado nocivos efectos en la economía mundial con una inflación aún no controlada, escasez de granos, aumento en los precios del petróleo y un serio debilitamiento del dólar en las transacciones internacionales.
La moneda estadounidense que ha regido al mundo desde hace décadas, que llegó a representar el 71 por ciento de las reservas mundiales de divisas en 2001, ha perdido terreno al grado de que en el 2022 sólo representaba el 22 por ciento de las reservas mundiales.
La desdolarización se acelera y actualmente es 10 veces más rápida que hace 20 años, con un importante número de países en uso de alternativas del dólar, desde luego iniciada por Rusia e impulsadas por China.
Incluso el uso del dólar en las transacciones internacionales de China es, de acuerdo con Bloomberg Intelligence inferior al del yuan, con sólo 47 por ciento en marzo de este año, cuando en 2010 representaba el 83 por ciento del intercambio comercial.
Incluso en América Latina, Brasil y Argentina avanzaron en un acuerdo para facilitar el intercambio comercial entre ambas naciones sin la utilización de dólares similar al alcanzado la semana pasada entre el gigante sudamericano y China.
La situación para Estados Unidos y su moneda es tal que la propia secretaria del Tesoro de E.U., Janet Yellen, recientemente advirtió que “existe un riesgo, cuando utilizamos sanciones financieras vinculadas al papel del dólar (tales sanciones) pueden socavar su hegemonía”. Tal es el caso que la Guerra económica frente a Rusia parece irse perdiendo.
AHORROS
La Fed aumentó la tasa en Estados Unidos en 25 puntos base para ubicarse en 5.25 por ciento, como recurso para contener la inflación en el vecino del norte de 5 por ciento anual en marzo pasado.
En ese previsible aumento se basó el incremento en las tasas en México que llegó el martes pasado a 11.25 por ciento anual.
Si bien se espera una menor carestía, la incertidumbre en Estados Unidos se mantiene ante la fragilidad de bancos regionales, el peligro de recesión y el alza en las tasas, todo esto reflejado en una tendencia a la baja en el mercado de valores estadounidense.
Claramente no es el mejor momento de la economía del vecino país, agobiado también por presiones internas, sociales, políticas y geopolíticas, que hablan de una mantenida pérdida de influencia mundial. Veremos.
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