La precampaña electoral apenas inicia y los responsables de promover la candidatura del Frente Amplio por México ya expresan su descontento con la elección a dedo de Xóchitl Gálvez por parte de la cúpula empresarial, con el argumento de que su figura no genera el impacto esperado.
Algunos periodistas que anteriormente elogiaron la selección de la senadora ahora están manifestando dudas respecto a esa decisión. En un giro inesperado, aquellos que en su momento aplaudieron su elección ya no muestran el mismo entusiasmo al hablar sobre Xóchitl. Por el contrario, sus escritos reflejan la incertidumbre que les suscita.
¿Qué podíamos esperar? Al parecer, la falta de una estrategia de comunicación clara es evidente. Todo se basa en ocurrencias sin una planificación adecuada ni un mensaje definido.
Un ejemplo son los ‘cartones’ utilizados por la candidata de los partidos Acción Nacional, Revolución Democrática y Revolución Institucional durante su presentación en la Universidad Anáhuac.
Pese a que Gálvez había condenado los dichos de su padre político, el expresidente Vicente Fox, quien dio muestra de su pensamiento misógino al agredir a la esposa del precandidato de Movimiento Ciudadano, la senadora con licencia mostró unas imágenes al finalizar su oratoria frente a los estudiantes y las autoridades de esa institución educativa en los que nuevamente atacaba, en primer lugar a Mariana Fuentes y, posteriormente, a Claudia Sheinbaum, la precandidata del Movimiento de Regeneración Nacional.
La situación no se detiene ahí. La falta de coherencia y estrategia se hace evidente en cada aparición en plataformas y templetes con sus discursos de teleprompter.
Un día se profesa de izquierda-trotskista vistiendo el amarillo del perredé, pero al siguiente se cambia al rojo y aplaude las formas de gobierno priistas que sumieron al país en severas crisis, no solo políticas, sino también sociales y económicas.
Como si fuera poco, para añadir más al barril de lodo, Xóchitl Gálvez celebra la victoria de Javier Milei como presidente de Argentina. Milei es, por decir lo menos, una figura que mezcla y confunde términos e ideologías al autodenominarse anarco-libertario, a pesar de impulsar una agenda de ultraderecha, muy similar a la que el panismo en México desearía volver a implementar.
Pero, oh sorpresa, qué calamidad la suya, para su desdicha, al despuntar el día, la noticia se esparce: la candidata del Frente Amplio respalda el aborto, el matrimonio igualitario y otras propuestas progresistas que no parecen ser convenientes ni coincidir con los intereses de quienes ostentan su posición política.
Puede ser que esta carencia de estrategia haya llevado a aquellos que la elogiaron en un principio a temer lo peor: tener una candidata de derecha mediocre, carente de conexión con la gente, sin carisma ni habilidades de liderazgo, incapaz de generar interés político.
¿Los empresarios harán caso a estas súplicas que se han vertido en párrafos de columnas de opinión en los medios de comunicación?
Parece ser que el Frente Amplio, ahora reconfigurado como la alianza opositora Fuerza y Corazón, no aprende. En la candidatura para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, al igual que en la elección presidencial, han optado por designación directa, eligiendo a Santiago Taboada, alcalde con licencia de Benito Juárez.
El panista se ve envuelto en la trama del llamado Cártel Inmobiliario, un caso de corrupción que investiga la Fiscalía de la Ciudad de México desde 2019.
Antes del inicio del proceso interno para la candidatura de la alianza Fuerza y Corazón, Taboada canceló una reunión con partidistas y, en su lugar, ofreció una conferencia de prensa para abordar una publicación del New York Times que lo menciona en una lista de personas presuntamente investigadas por la Fiscalía capitalina.
Tanto Xóchitl como Santiago representan la apuesta para modificar el curso de las preferencias electorales que actualmente sitúan a los candidatos de Morena por encima de cualquier otro contendiente. Se vislumbra un panorama complicado para la oposición.