Las jóvenes y tatuadas manos pigmentadas en oscuros verdosos tonos descoloridos, agarraban el paquete de plástico estéril y transparente. En el interior la carne formada en hilos gruesos, rojos y de un brillo repugnante. Dando la sensación de trenzas de espagueti, o cordones de zapatos mezclados con kétchup. Eran hilos de ‹‹carne- espagueti››. Le encantaba usar sus manos para romper esas fibras de carne y convertirlo en enormes bolas de masa roja modelable. Parecía barro sacado del cuerpo de una morgue. Amasaba la carne entre sonidos estridentes y húmedos. Formando perfectas hamburguesas que pasaría por la sartén sin apenas aceite, para que su interior fuese húmedo y crudo. Y así notar en sus dientes y lengua la humedad de aquellos cordones convertidos en bolas informes. Le encantaba las humedades, también hacerse pajas mientras cocinaba, le encantaba el contraste entre el calor y la humedad de los productos. El semen cayendo y la carne friéndose. La humedad de las frutas y en su interior esas “pepitas” resbaladizas y viscosas. Como sucede en la sandía, el melón. Él era muy asiduo a comprar ese tipo de cosas. El perfecto fetichista de la “humedad alimenticia”. En su lista del día había comprado varias cosas.
Una sandía, melón, un pollo y el paquete de carné. Comía porque le gustaba comer. La comida húmeda alimenticia le gustaba. Alimenticia húmeda.
Y todos los días a cada rato se hacía pajas experimentando con las texturas y las humedades. Y es que Javi era el típico chico de cuerpo atlético y totalmente tatuado que probaba en su intimidad como meter la polla en cualquier lado. Usaba las sandías, abriendo con un cuchillo un orificio y dejando un camino emulando ser un coño. A veces lo recubría con guantes de limpieza de látex o un condón. Esas técnicas las aprendió en foros de internet. También usaba a veces melones, estos eran más blandos y parecía que la vagina donde imaginaba meter su rabo estaba algo blanda y descompuesta. Pero a él le gustaba. Recipientes y botellas de plástico para generar vacíos en la polla era su debilidad.
Ese día freía esa carne enmarañada y mal amasada y mientras mordía el crujiente exterior notaba el interior húmedo. Salivaba como un perro mientras se hacía una paja comiendo, paja que expulso semen y aderezó la carne con el.
Pura salsa “ali- olí” recién hecha.
Los días se hacían muy muy lejanos y es que su pareja estaba lejos de él. Tenía que masturbarse, y lo hacía muy bien y a cada rato. Su mano trabajaba mucho.
Ese día habló por whatsapp con su pareja y diciéndole que estaba cachondo ella le
dijo:-“Fóllate algo que tengas a mano”. –“Date ese gusto” y él, sin vergüenza ninguna le habló del pollo. A ella le pareció tan raro como demencial.
-¡si! ¡Fóllatelo! Y mándame fotos. Y así lo hizo.
Desempaquetó el redondito cuerpo de aquel animal decapitado y en posición de cariño, con su piel rosada y la piel con esos poros saliendo en forma de granitos y le echó bien de aceite en la cavidad del culo, metía sus dedos moviéndolos en círculo y notando las delgadas y huesudas paredes del interior del animal, la columna vertebral y las costillas que formaban la carcasa. La que luego se parte con una tijera para separar la pechuga de los muslos y las alitas.
Una vez estaba bien untado metió su polla en el, la cocina se volvió el escenario de una violación animal. Movía sus brazos agitando el pollo y su polla recorría la humedad de las paredes del interior de ese cuerpo. Se rozaban los huesos y se iban rompiendo en micro fisuras. Él comenzó a notar ciertos pequeños cortes en su polla pero no le dio importancia. El gusto que sentía era mucho más grande.
El pollo estaba realmente deformado por la presión que ejercía al follárselo. Y las paredes de su pequeño y redondito tórax se iban hundiendo hacia dentro, el aceite escurría por el culo del animal entre su polla. Generando más lubricación.
Tuvo un orgasmo increíble:- ¡ARRGGGGGGGGGGGGGGGGG!- El gritaba así. Era muy escandaloso. Una vez dejó todo su semen dentro, sacó su polla sangrando. Y es que le había hecho cortes en las paredes de su delgada piel con los afilados huesos. Goteaba un poco de sangre, no mucha pero era muy escandaloso.
Lo cierto es que no se había quedado agusto del todo. Entonces pensó:-‹‹ Y si le meto una botella de agua por la parte de atrás y dejó que succione››. Y lo preparó todo.
Con unas tijeras hizo una gran abertura en el pollo cortando su piel y músculos e injertó aquel cacho de plástico como si fuera un implante. Ahora el pollo era una mutación rara y desagradable. Su cabeza era una botella de agua mineral.
Volvió a echar aceite en las paredes interiores y con las manos metió esos pequeños huesos dentro para no cortarse de nuevo. Y metió la polla, al principio no sintió nada. Pero según avanzó las paredes húmedas se empalmó más y más. No podía crecer mucho su polla o no entraría en la botella por lo cual la dejó en reposo más o menos.
Entonces al apretar la botella con mucha fuerza. Notó una presión que succionó su miembro entero dentro del sanguinolento cuerpo de nuestro desgraciado animal. Notó como parecía que alguien le hacía la mayor mamada de su vida. Y es que estaba teniendo mucha presión. Entonces comenzó agitar aquel instrumento de carne-plástico.
En una segunda masturbación se tarda más y no era de extrañar eso así que él siguió. Pero a la vez empezó a notar que su abdomen le dolía mucho. Y en cierto modo estaba un poco hinchado, él siguió moviéndolo sin parar. Pero le dolía más y más.
Intentó sacar la polla del culo del animal pero aquello estaba atascado, lo que es peor el color no era bonito. Se estaba cortando su circulación. No poco, la polla se estaba poniendo de un tono rojo-morada oscuro. Miró asustado y vio que tenía capilares de su piel que estaban rotos y se estaban formando hematomas internos de coágulos sanguíneos.
-‹‹ ¿Cómo mierda me quito esto? ››. Decía asustado.
Pensó que si se corría bajaría la sangre y dejaría de succionar la botella así que entre mucho dolor tuvo que seguir. Siguió moviendo ese cuerpo de carne-plástico hasta que se corrió pero en la botella no había semen. Había sangre. Sangre oscura.
Le temblaba todo el cuerpo.
Intentó relajarse pero aquello por más que se hubiese corrido no salía. Tiraba hacia atrás y nada. Y su polla cada vez estaba más morada.
Después de 3 horas así sin remedio ninguno llamó a su novia desesperada y ella le dijo que fuera al hospital. ¿Ir a un hospital con un pollo con una botella de plástico y tu polla dentro?
Era demencial. No fue, esperó. Pero el dolor era inhumano. Sentía la presión de toneladas en su abdomen. La uretra estaba a punto de reventar.
Cogió una toalla y se tapó llamó a un taxi y fue a urgencias. En urgencias estaban acostumbrados a todo, gente que se metía objetos rarísimos y quedaban atrapados en sus estómagos, penetraciones salvajes que dejaban fuera la cabeza de los intestinos o hernias.
Era el día a día de las demencias de la intimidad de las personas. Imaginaros que hubo un caso de una chica. Que por fetiche con su novio se tragaba los condones. Imaginar su estómago, un enorme vertedero de látex mezclado con jugos gástricos. Cuando la hicieron el lavado de estómago parecía el truco de magia de un mago sacando pañuelos de su boca, pero ella sacaba condones con el semen del novio, amarillento y ya fermentado, oliendo a queso de cabra.
Cuando llegó pasó a urgencias. Y es que era grave. Tendrían que quitar el objeto sexual artesanal y después drenar su miembro. Pero aquello tenía muy mal aspecto.
Una vez cortaron todo. Cosa que llevó su tiempo, los huesos estaban rotos y algunos se habían astillado en las paredes de su pene. Al sacar todos los huesos y la carne y ver su miembro.
Vieron que todos los capilares y ramificaciones estaban estallados. Tanto es así que estaba con un principio de necrosis por falta de riego en el miembro.
Tendrían que amputarle. El pene estaba “Infartado”. Había pasado mucho tiempo y no había circulación sanguínea recuperable.
Le metieron a quirófano. El no creía lo que estaba pasando. Le pusieron anestesia y todo se oscureció.
Cuando se despertó estaba todo vendado. No notaba nada por la sedación pero los cirujanos dejaron huérfano al novio del pollo. Y es que esa cosa con forma de salchicha negra con moho brillante. Acabó en la basura del quirófano.
Después de un mes de recuperación y psicólogos volvió a su casa. Estaba tal y como dejó todo.
Tenía un pequeño conducto por el que orinar con una sonda que llegaba hasta la vejiga conectado a una bolsa. Ese sería su día a día.
Fue a hacer la compra como si de un fantasma social se tratase. La gente caminaba a su paso y él ni se inmutaba.
En la compra había: Pan, café, leche, bollos y unos fideos chinos. Llegó a casa y se preparó un vaso de leche. Encendió la televisión. Primer anuncio. Mierda, segundo anuncio:
-‹‹¡ Compre pollos Don corral ! “¡Lo pasará fenomenal!”. Apagó la televisión.
Desde ese día lleva 8 años sin TV, 8 años sin comer pollo ni carne, 8 años siendo vegano. “Por que él no lo pasó fenomenal”
Aun los celadores del hospital cuentan la historia comiendo pollo en su turno de mañana…
Sobre el autor. Mikel Balerdi: