La esencia de la Doctrina Estrada, abanderada por México desde los años 30 del siglo pasado, es la autodeterminación de los pueblos, así como la no intervención de los países en los asuntos internos de alguna nación.
Justo es a lo que se refirieron el primer mandatario López Obrador y la cuasi presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, al hablar de las elecciones presidenciales en Venezuela, sobre las que se han pronunciado diversas naciones con actitudes claramente injerencistas.
No se trata de respaldar un gobierno, ni siquiera un resultado electoral determinado, sino de que las naciones resuelvan sus asuntos internos sin la intervención extranjera.
Por ello, resulta conveniente la decisión tomada por el gobierno federal de no participar en el próximo encuentro de la Organización de Estados Americanos (OEA), pues el organismo ha tomado posiciones parciales en torno a los comicios venezolanos, lo cual coadyuva a fomentar la división y la violencia en ese país del Cono Sur, en lugar de la pacificación.
La OEA ha dado muestras de no ser un organismo democrático ni autónomo, prácticamente desde su creación, sometido a los intereses de Washington y no de las naciones que lo conforman, como sucedió desde la Revolución Cubana.
Desde luego, como lo subrayó Sheinbaum Pardo, es importante trasparentar los resultados de cualquier proceso electoral para que no haya lugar a confusión, pero el proceso de esclarecimiento corresponde al pueblo, en este caso al venezolano, sin injerencias ni presiones externas.
El gobierno de Nicolás Maduro tiene la obligación de demostrar que él ganó la reelección con las actas del escrutinio en la mano, lo cual ciertamente no ha ocurrido hasta hoy, a cuatro días de la jornada electoral.
Permitir a los espacios políticos avanzar de manera pacífica en la resolución del conflicto poselectoral, es indispensable para llegar a una conclusión ordenada y comprobable que aleje las posibilidades de un golpe de Estado o una guerra intestina que sólo dejaría muerte y desolación.
SUSURROS
A una semana de la sorpresiva detención o entrega de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo de “El Chapo”, siguen sin conocerse los detalles de los hechos y, por lo que se ve, ya no se conocerán, al menos de manera oficial y en términos aceptables por el raciocinio.
Tampoco se han observado reacciones violentas o movimientos inesperados por parte de los grupos delictivos afectados como consecuencia de las detenciones en los Estados Unidos.
Lo único cierto es que mucho se oculta con aviesos intereses por parte de Washington. Se espera que en cualquier momento surja el zarpazo del imperio. Veremos.
Email: salvadormartinez@visionmx.com X: @salvador_mtz