Demócratas o Republicanos, los gobiernos de Estados Unidos siempre han tenido bajo control el trasiego de la droga en su territorio, saben que son el principal mercado en el mundo y, por ende, la nación que más se beneficia con sus inconmensurables ganancias.
Para Estados Unidos, la introducción de estupefacientes de otras naciones es algo normal, también un mercado conocido y supervisado desde sus instituciones policiacas y de seguridad, léase la CIA, el FBI o la DEA.
Esta actividad criminal tolerada, aceptada y negociada desde los más altos niveles de la Unión Americana, tanto financieros, como comerciales y de la administración pública, no está tampoco desligada de la política, de la intención de control hegemónico de Washington hacia el mundo, y especialmente hacia América Latina.
Se pueden recordar los casos de Colombia y su legendario capo Pablo Escobar Gaviria, y de Panamá, con la invasión para detener a el general Manuel Antonio Noriega. Siempre la intención final es de sometimiento político y el mantenimiento del control del negocio de las drogas.
Bajo este contexto debe verse ahora la detención en Estados Unidos de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López “el Chapito”, porque el fin último de la operación del FBI no es justiciera ni de evitar la introducción de droga a su territorio, sino el objetivo verdadero es confiscar las mayúsculas fortunas de estos capos y a la vez presionar al Gobierno Mexicano para inducirlo a sus intereses particulares, sobre todo ahora que viene una nueva administración y se le quiere más dócil.
Las versiones de cómo se alcanzó la detención o entrega de los delincuentes mexicanos, independientemente de que alguna de ellas sea real o finalmente se conozca la verdad, vienen a ser secundarias. Lo cierto es que Washington, con “El Mayo” y el “El Chapito” en su poder, tiene el sartén por el mango.
Mucha habilidad y destreza política habrá de demostrarse de este lado de la frontera para esquivar los embates o al menos mantener la autonomía necesaria para velar por la independencia y la soberanía nacional.
Para ello, el respaldo del pueblo para el Gobierno de López Obrador, a dos meses de concluir, y el de Claudia Sheinbaum, por iniciar el primero de octubre, será fundamental. Veremos.
SUSURROS
En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral, proclamó como triunfador de las elecciones presidenciales a Nicolás Maduro Moros, en decisión estimada como irreversible, pero ello no impedirá que Venezuela entre en un periodo de conflicto e inestabilidad que Maduro ya califica de intentos de golpe de Estado fascista, que está apoyado por gobierno de otras naciones Latinoamérica y desde luego por Washington.
Esta no será la primera ola de presión contra el gobierno chavista de Maduro, pero si se antoja como una de las de mayor fuerza ante los signos que ha dado el gobierno de Biden de endurecimiento en su política exterior para convencer a sus conciudadanos de que los demócratas son la mejor opción, frente a los comicios de noviembre. ¿Será?
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