Concluyó el tiempo para el registro de las precandidaturas de los partidos y sus coaliciones para presentar a los políticos que desean competir por la presidencia de México; y Marcelo Ebrard no quiso quedarse sin torta, a pesar de que no podrá contender en las elecciones de gobierno del próximo año.
Como era previsible, los dos principales contendientes, Morena y el Frente Amplio, integrado por los partidos Acción Nacional, Revolución Democrática y Revolución Institucional, ya habían perfilado a sus representantes para la contienda presidencial.
En el ámbito oficialista y de la izquierda, Claudia Sheinbaum emergió como la designada, mientras que del lado del sector empresarial, que busca restablecer el control de la derecha en el país, Xóchitl Gálvez se posiciona como la figura que eligió la cúpula.
Con estas nominaciones, se perfilan dos trayectorias políticas divergentes, donde cada candidata representa corrientes ideológicas y visiones distintas para el futuro de México. La elección presidencial promete ser un escenario de debate intenso y significativo sobre el rumbo que tomará el país en los próximos años.
Por su parte, Movimiento Ciudadano tiene varios contendientes registrados, de los que destaca Samuel García, el gobernador de Nuevo León con licencia para poder concursar por la Silla Presidencial.
La decisión inicial de Marcelo de amagar con salirse de Movimiento de Regeneración generó especulación sobre sus motivos, y ahora, con su anunciado regreso con la mira puesta en ser el candidato para 2030, se intensifican las preguntas en torno a sus estrategias políticas.
¿Fue el temor a competir contra Samuel García y otros contendientes de Movimiento Naranja lo que llevó a Marcelo a tomar este rumbo? Las dinámicas de la política a menudo son complejas y multifacéticas. La posibilidad de enfrentar a figuras como Samuel García y otros contendientes de Movimiento Naranja podría haber influido en la reconsideración de Marcelo.
Marcelo Ebrard evaluó su posición y el panorama político; al parecer tomó decisiones estratégicas para maximizar sus oportunidades. Regresó con miras al 2030.
Lo que sugiere una visión a largo plazo y refleja una táctica para fortalecer su posición dentro del partido y construir un respaldo sólido antes de asumir un papel protagónico en futuras elecciones, puesto que hoy en día el respaldo social a su proyecto no lo tiene.
En definitiva, la vuelta de Marcelo Ebrard a Movimiento de Regeneración plantea preguntas intrigantes sobre sus metas políticas y estrategias a largo plazo.
En medio de estos acontecimientos, el claro perdedor parece ser el eterno dirigente de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado.
Las expectativas electorales que se habían construido en torno a Marcelo Ebrard representaban para Delgado una potencial ganancia considerable y la posibilidad de un aumento en las preferencias del partido.
Hasta el momento, Claudia Sheinbaum, la Coordinadora de Defensa de la Transformación, ha expresado su satisfacción ante la decisión de Marcelo Ebrard de regresar a las filas de Morena. Sin embargo, respecto a las aspiraciones de Ebrard de contender como candidato en 2030, Sheinbaum ha subrayado la unidad interna del partido, a pesar de que Marcelo se señala como la segunda fuerza del Movimiento.
En sus declaraciones, Sheinbaum ha afirmado que, aunque reconoce la relevancia de Ebrard como una figura importante dentro de Morena, el partido se mantiene como “una sola fuerza… un solo movimiento“.
Este mensaje busca fortalecer la imagen de Morena como una fuerza política cohesionada y comprometida con sus principios, más allá de las dinámicas individuales de sus líderes.
En este contexto, la respuesta de Sheinbaum refleja una pericia para gestionar la incorporación de Ebrard, reconociendo su relevancia pero manteniendo la narrativa de unidad y coherencia dentro del partido.
Estatutos de MORENA
Artículo 3°. Nuestro partido MORENA se construirá a partir de los siguientes fundamentos:
…G.- La afiliación será individual, personal, libre, pacífica y voluntaria, sin corporativismos de ninguna índole; sin que se permitan facciones, corrientes o grupos que vulneren la soberanía del partido, es decir, su capacidad exclusiva de dirección general.