La batalla final está a punto de comenzar. Como si fuera el clímax de una telenovela de bajo presupuesto cuyo desenlace ya conocemos, la contienda dentro del Frente Amplio para designar a su representante se acerca cada vez más: será el 3 de septiembre.
En esa misma fecha, se llevará a cabo una consulta ciudadana que tiene como objetivo abarcar los 300 distritos electorales, según el Comité Organizador, después se anunciará quién será su candidata presidencial.
En el actual clima político, se avecina una tormenta para la autodenominada oposición. Ahora se encuentran en la encrucijada de elegir entre dos opciones: el huipil de Xóchitl o el de Beatriz.
El “neo-panismo” encarnado en el huipil azul, que se autodeclara abiertamente feminista, defensor de los derechos LGBT+, e indigenista, pero que se entremezcla con propuestas superficiales y otros símbolos del progresismo aparente. O por el otro lado, donde se encuentran los restos del huipil tricolor, los fragmentos de un manto evidentemente desgastado en términos de fuerza política. Aunque aún conserva las características perniciosas de un aparato partidista arraigado, logra movilizar a un sector de la población al que aún intenta manipular.
El resultado es ya conocido: Gálvez será la candidata, así lo ha declarado el presidente Andrés Manuel López Obrador. No obstante, la interrogante persiste: ¿a qué precio?
Pareciera que el cálculo político de Marko Cortés, líder de Acción Nacional, no fue preciso: ¿cuántos escaños de representación proporcional tendrá que conceder al PRI de Alejandro Moreno para que Paredes también retire su candidatura en favor de la senadora de Hidalgo? ¿O qué otros beneficios deberán ser ofrecidos?
Indudablemente, Alito saldrá victorioso en las elecciones próximas, incluso si Beatriz Paredes abandona la contienda y opta por respaldar a Xóchitl Gálvez.
A pesar de que apenas comienza el desgaste derivado de la contienda de los huipiles, el líder del Partido Revolucionario Institucional ha asegurado su supervivencia.
Las encuestas y análisis de opinión en los medios sitúan a Beatriz Paredes en una trayectoria de crecimiento exponencial que ha generado inquietud en la cúpula del PAN.
La reacción a esta situación fue la retirada de la contienda de Santiago Creel Miranda, quien en ocasiones anteriores había buscado ser el candidato del partido “blanquiazul”. Siguiendo la línea de la oligarquía, optó por apartarse para favorecer a la otra candidata.
Cero y van cuatro: Calderón, Mota, Anaya y, en la actualidad, Gálvez, se revelaron como figuras más llamativas en comparación con la monotonía del atuendo gris de Santiago Creel.
Una vez más, él quedó en su papel de gran perdedor, incapaz de competir siquiera, ya que sus superiores no le permiten desplegar sus cartas.
La contienda de los huipiles está a punto de llegar a su fin, pero desde las profundidades del conflicto se intuye que Beatriz Paredes no cederá tan fácilmente como lo hizo Santiago.
Incluso figuras del entorno político del PRI y PAN, como Roberto Madrazo y Vicente Fox, le han instado a retirarse en beneficio de la candidatura de Gálvez.
Esta acción indudablemente representa un acto de desesperación y arrojo, especialmente considerando el grado de desgaste que Xóchitl presenta como figura política.