Mafias que transforman
autos robados
El robo de autos se ha incrementado en los últimos años y creó una mafia en la que trabajan ladrones, pandilleros, cerrajeros, mecánicos, eléctricos, hojalateros y hasta policías que al día se hacen de al menos vehículos en promedio, muchos de ellos son arrebatados a mano armada.
Los más modernos y lujosos son comercializados con documentos y placas falsas que se elaboran en talleres clandestinos de serigrafía, por computación y a través de injertos de numeraciones que se cortan a autos viejos o chocados para añadirlos en los nuevos y embarcarlos hacia el extranjero, principalmente a Inglaterra, Francia, Alemania y Sudamérica.
Del total de los vehículos robados solo se recupera 30 por ciento , toda vez que la venta se realiza en tianguis de la zona metropolitana y del interior de la República Mexicana.
Las bandas organizadas en el robo de autos o su desmantelamiento se han convertido en una industria sofisticada que opera en cadena y nadie sabe quién dará el paso siguiente que lleve a la colocación de la unidad, citan los jefes policiacos.
De acuerdo con investigaciones y declaraciones de los detenidos por este delito, un ladrón se lleva el vehículo que es abierto por un hábil cerrajero en menos de uno o dos segundos. Sin embargo, debido a que casi todos los autos nuevos traen alarma, los delincuentes se ven obligados a esperar a que su víctima conduzca el vehículo para quitárselo a mano armada.
Tras apoderarse de él, lo entrega a otro que le paga en efectivo de 4 mil 500 a 6 mil pesos. El comprador lo lleva a un lugar donde tiene que dejarlo tras pagar 8 a 12 mil pesos y durante la noche o la madrugada es recogido por choferes que los distribuyen en talleres eléctricos, mecánicos, de hojalatería y pintura donde los cambian de color y les reparan las fallas que puedan tener.
Generalmente los equipan con estéreos, bocinas, claxon, luces, rines, tapones y asientos de lujo diferentes para que a simple vista no sean reconocidos por sus dueños y luzcan implecables para su venta.
La clonación o doblamiento de los vehículos la hacen alterando la numeración de la serie del motor. Un 3 lo pueden convertir en 8, un 1 en 7 ó 9 y un 5 en 8. Los injertos los hacen al cortar el número de serie de un auto viejo y soldárselo a uno robado.
Mientras son transformados, otro grupo de personas trabajan en la falsificación de facturas, tarjetones, tarjetas de circulación y placas, las cuales se entregan a otras gentes que los recogen de los talleres para legalizarlos y llevarlos a su venta a los tianguis de autos del Distrito Federal así como al interior de la República o los embarcan en algún puerto hacia el extranjero, donde son aceptados al parecer por su bajo costo.