Los jipitecas,
hippies mexicanos
El movimiento hippie en los Estados Unidosfue el resultado de la mezcla de diferentes filosofías e ideologías que se popularizaron a lo largo del siglo veinte
Del marxismo tomaron la crítica sociopolítica y la tendencia comunista-anarquista. Del existencialismo la búsqueda de la libertad, la necesidad de la individualidad. Del Psicoanálisis la critica contra las represiones, y por ende, la liberación sexual.. De las corrientes esotéricas de principios del siglo veinte el eclecticismo de las ideas y la superficializacion del contacto con la divinidad. De las religiones y filosóficas orientales la posibilidad de la búsqueda individual de la iluminación.
Todas estas ideas se mezclaron en el caldo de cultivo generado por la represión de los cincuentas.
Enrique Marroquín, sacerdote y antropólogo, autor de La Contracultura Como Protesta, planteó que los hippies mexicanos debían ser llamados “jipitecas” (jipis aztecas, jipis toltecas), para diferenciarlos de los hippies de Estados Unidos. La distinción es necesaria porque, si bien coincidieron en el gusto por los alucinógenos y en la experiencia estática, los mexicanos se identificaron con los indígenas.
Los jipitecas gustaban de usar huipiles, rebozos, faldones, huaraches, camisas y pantalones de manta, jorongos, sarapes, collares y brazaletes. Admiraban las artesanías indígenas y después las aprovecharon como punto de partida para crear un estilo especial, inconfundible, de artesanía jipiteca.
También les gustaba viajar con sus alucinógenos en las pirámides de Teotihuacan, Tula, Xochicalco o Monte Albán, para estar inmersos en una atmósfera sagrada.
También les gustaban los mandalas y los dharma seals (adheribles para pegarse en ventanas o cristales cuyo diseño se encendía a trasluz), las lamparitas de luces sicodélicas, intermitentes o giratorias y los móviles.
Algunos se reunieron para formar comunas rurales porque tenían una elevada conciencia del deterioro ambiental en las ciudades y preferían “la onda no-esmog”. De esta forma se inició la conciencia ecológica que se manifestó con fuerza en todo México a partir de los años ochenta.
Las comunas jipitecas funcionaron accidentadamente durante algunos años, y en los años setenta se volvieron urbanas, pues los integrantes renunciaron al ideal de los pequeños núcleos humanos que se autoabastecen en la medida de lo posible y que crean sus propias reglas de comportamiento.