Incienso, comunicación olfativa
El incienso es la forma más reconocida de comunicación olfativa en el mundo. Procedente de la palabra latina incendere, que significa "quemar", el incienso emite un humo aromático que activa los sentidos e inmediatamente cambia el estado de ánimo de los que lo huelen.
Se trata de un antiguo tesoro aún venerado hoy de gran importancia física, psicológica y espiritual. Ha sido muy apreciada para fines religiosos y para el simple disfrute de los sentidos, pero el uso de incienso varía considerablemente según la cultura y la persona. Perfume, aromaterapia, ceremonia, estética, purificación, oración, meditación, repelente de insectos e incluso como reloj, son algunas de las maneras en las que se utiliza incienso.
Su historia se remonta más allá de la antigüedad. Desde el descubrimiento del fuego, el hombre primitivo se dió cuenta rápidamente de los agradables aromas provenientes de las distintas maderas y hojas quemadas. Muchas plantas producían unos olores únicos y, naturalmente, el hombre recogió y aprovechó estas materias primas para su uso intencional.
La evidencia histórica sugiere que el incienso era empleado principalmente para la curación y los ritos religiosos. Como el humo sube al cielo, apaciguaba a los dioses y transportaba las oraciones. Los aceites aromáticos, las hierbas y las especias estaban consideradas como regalos de lo divino, y prácticamente todas las culturas que utilizaban el incienso lo consideraban sagrado. El incienso purifica una zona y condiciona el estado de ánimo para la meditación y otras prácticas religiosas. También se ha utilizado para desinfectar un área del hedor de la enfermedad y la muerte.
Hay tantos tipos de incienso como culturas que lo usan. Se utilizan diferentes combinaciones de materia botánica para seleccionar plantas aromáticas, como los frutos, tallos, ramas, hojas, corteza, raíces, gomas y resinas, son todas útiles para fabricar incienso. Algunas de las hierbas más comúnmente usadas son el sándalo, madera, polvo de makko, madera de cedro, benjuí Sumatra, guggul, bálsamo de Tolú y anís estrellado. Los fabricantes indios de incienso añaden hasta jengibre y cúrcuma a algunos de sus compuestos. También se pueden agregar aceites esenciales a la mezcla para obtener un aroma más fuerte.
Básicamente hay dos tipos de incienso: De quemado directo y de quemado indirecto. El incienso de quemado directo, también llamado "incienso combustible", se enciende con una llama. Este tipo se hace con una base inflamable que también une la mezcla. Una vez que se apaga la llama, la brasa arde y libera humo de manera regular hasta que se agota el incienso; esto sucede con tal coherencia que puede marcar el tiempo. El incienso de quemado indirecto se denomina "incienso no combustible" porque necesita de una fuente de calor externa, como el carbón, para que siga quemándose al no contener substancias que lo mantengan ardiendo por sí mismo.